Hoy este blog cumple cinco años.
Y hoy este blog llega a su fin.
No volveré a escribir en él.
Lo digo con esa convicción para no verme tentado a regresar
nunca más. Podría no escribir un post y simplemente dejar de actualizar, pero
la tentación de regresar seguiría latente por siempre y no quiero eso. Creo que
es hora de cerrar.
Lo estuve pensando en los últimos días. Han sido ya 531
entradas. Y aunque restan cosas por decir, toca ahora guardármelas. Seguiré
escribiendo, claro, eso no cambia. Solo que lo haré solamente para mí o para
otro tipo de proyectos. De repente siento que el tener un blog me ha
adormecido. El tener un lugar seguro para publicar me ha hecho que no busque
otros espacios, que no me esfuerce o trabaje más allá. De todas formas me
siento orgulloso de haber durado tanto tiempo, en especial por lo desorganizado
y poco disciplinado que suelo ser. Por eso, aunque en ocasiones me pareciera un
ejercicio estéril con nulo alcance o resonancia, al final me voy con una
sensación positiva por dejar un producto que antes no estaba ahí.
Se sabe que los blogs están a la baja. Y aunque ahora abandono,
ofrecí resistencia con actualizaciones regulares sin importar el número de
tentaciones que se cruzaron.
La noticia no es gran cosa. Nunca lo es. Este espacio jamás
fue excesivamente popular. Aun así, agradezco a esas pocas personas que, me
consta, siguieron mis publicaciones y tuvieron la decencia de hacérmelo saber
de diversas formas. Muchos también me leyeron en secreto (como lo hacen ahora)
y absorbieron lo poco que tengo sin ofrecer ni una sonrisa a cambio. Es parte
del juego.
Habemus mierda (un nombre que dese hace meses odio) se retira
con poco más de 150,000 visitas únicas, un número que, aunque aceptable, es
menor de lo que pudo haber sido si no fuera porque Google discrimina a los
sitios con malas palabras en su título. De cualquier forma, es un público mayor
del que tiene algunas revistas o libros en toda su historia. Nada mal para un
proyecto esencialmente modesto y que siempre apeló al suceso personal y a la
autorreferencia. Evité al máximo colgarme de temas de actualidad para atraer visitas
y me precio de no haber comprometido mi integridad a cambio de un éxito mayor.
En fin. Este blog me ha dejado satisfacciones y también
algunas molestias. Por fortuna dominan las primeras. Lamento en todo caso que
algunos de mis escritos se hayan malinterpretado (sobre todo cuando se tomaba
en serio lo que era en broma) y que ciertos personajes copiaran y copiaran, sin
nunca entregar nunca un triste reconocimiento o una palabra de aliento.
No descarto algún día volver abrir una bitácora personal. Sin
embargo no será en un corto plazo. Para no cortar definitivamente el contacto
con esas pocas personas que acompañaron este proyecto, les invito a seguirme
por twitter o agregarme en facebook si me encuentran. Advierto que son espacios
que cada día actualizo con menos frecuencia. Creo que me encamino al silencio
absoluto. Total, todo está perdido ya.
Prometí terminar con palabras sin originalidad:
Hasta luego.
—Carlos.