martes, 4 de septiembre de 2012

Lo mismo desde 1902


Este semestre tomo una clase en otra facultad. La inscribí ahí porque quise conocer nuevos ambientes y lo único que encontré, y que de cierto modo ya sospechaba, es que no hay grandes diferencias entre un lugar y otro. La mayor parte de las personas tienen una equivalencia cercana. Una persona es especial en medida de que el número de kilómetros que la separan de otra igual es mayor a ochenta. No dejes que los ojos te engañen.

Y la facultad es un lugar enredado. He salido y entrado por una docena de lugares diferentes. Aún no memorizo el rostro de nadie. Ni siquiera el de los estudiantes con los que llevo la materia o el chico que se me acercó el otro día.

Voy camino a casa cuando noto que este joven me mira. No parece agresivo así que descarto que tenga un plan para robar una cartera que no traigo. Sigo el camino hasta que la pluma se me cae. La tomo del suelo y de reojo veo al chico observándome todavía. Procuro no darle importancia. Es difícil que lo haya enamorado. En las presentes circunstancias solo puedo lograr una proeza de ese calibre a través de las palabras y él jamás me ha escuchado. Además no es mi tipo, ningún hombre lo es. Considero que existen demasiados machos en el planeta. Con uno por cada diez mujeres sería suficiente. Mejores paisajes en los alrededores.

Ya en la puerta de salida noto que alguien toca mi hombro. Es el chico.

—Oye, disculpa, ¿dónde compraste tu playera?

Llevo una de Meat is Murder que compré en un concierto de Morrissey. Nadie nunca me había dicho nada sobre ella. Y bueno, no es que tuviera ahora una muchacha linda diciéndome que le gustaba ese grupo y que quería platicar sobre ellos conmigo, pero era bueno saber que luego de varios meses por fin alguien mostraba cierto interés.

—En la Ciudad de México. En un concierto. Aquí no he visto que la vendan.
—Es que a mi hermano es fan de esa banda.
—No lo culpo.
—Bueno, gracias. Perdona la molestia. Ya veré qué le regalo.
—No hubo ninguna, hasta luego. Puedes mandarla a hacer.

Hace días me di cuenta que me gusta conocer nuevas personas. Lo difícil es encontrar una que valga la pena. El chico no era la gran cosa y jamás seremos amigos pero al menos tuvo la decencia de iniciar una conversación. Va por ti, camarada.

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