miércoles, 12 de septiembre de 2012

Del futbol

Uno de los aspectos que más me gustan del futbol es la la unión que provoca. No hablo de una unión en un espacio determinado (que también, como la que hay en los estadios o en los bares), hablo de la unión que logra incluso a distancia. Sobre todo en los partidos, cuando sabes que en otras partes del mundo hay personas que desean lo mismo que tú: que el equipo gane, que el balón entre en la portería, que el arquero detenga el penal. Personas que ni siquiera conoces pero que, al menos en ese aspecto, son parecidas a ti. Así no estás solo. Está claro que el futbol despierta pasiones intensas que en ocasiones se convierten en violencia u otros vicios, sin embargo hay ciertos momentos —la mayor parte, de hecho— en los que brinda una ilusión enorme. Desconocidos aparte, es bonito saber que no importa cuántos kilómetros te separen de alguien a quien estimas, porque, si también le va al equipo por el que te desvieves, seguro hará lo mismo que tú haces todos los fines de semana: levantarse temprano para ver el juego, y acordarse de ti, porque acompañas en el sufrimiento y celebración de  esos 90 minutos donde los sentimientos están en las piernas de un puñado de jugadores.

Las personas, siempre volvemos a las personas.


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