martes, 28 de diciembre de 2010

Preguntas caseras


Si el árbol no te da manzanas, debes ir a comprarlas al supermercado. Internet me ha enseñado, entre muchas cosas, que nosotros podemos crear los espacios que el mundo moderno nos niega. Dios no nos dio talento, pero nos regaló el mundo virtual para que podamos consolarnos. Sí, puede que nunca seamos columnistas del New York Times, pero podemos abrir un blog para empezar a expresar lo que nuestro reducido intelecto nos confiere. De igual forma, si las disqueras te ignoran, puedes grabar tus canciones usando Audacity para luego publicarlas en Myspace donde serán escuchadas por la friolera cantidad de cinco personas.

Siempre he querido ser entrevistado. Desgraciadamente los periodistas, en su cerrazón, discriminan a todo aquel que no cuente con un grado mínimo de fama. Las grandes preguntas están reservadas para los hombres que han publicado una nueva novela o que han decidido incursionar en la política. Seres modestos que, como yo, reciben el mote de "Don Nadie" tenemos que aguantar, y alimentarnos con la idea de que ellos se lo pierden. Tengo reservadas miles de respuestas geniales si se hacen los cuestionamientos adecuados. Todos los días practico y elaboro mentalmente entrevistas ficticias ideando al mismo tiempo las potenciales respuestas. De modo tal, que estoy preparado para el día en que un reportero venga a preguntarme:

-¿Por qué ha abandonado a Emma Stone?

-¿Ha pensando en donar los 12 millones de dólares que ganó con su última película?

-¿Planea deslumbrarnos de nuevo con un trabajo excelso en los próximos meses?

-¿Qué tal estuvo su sexenio sabático, le quedó algún país sin recorrer?

-¿Puede darme una moneda?

La celebridad exige esmero, así que, cazatalentos, no busquen más, que estoy preparado para afrontar las adversidades que se me presenten una vez que reciba el primer cheque.

Mientras tanto, para no perder ritmo, y mientras llegan las primera revistas a solicitar unos minutos de mi atención, decidí que era una buena idea convocar a los seguidores que tengo en Twitter a que me hicieran algunas preguntas por medio del servicio de Formspring, prometiéndoles contestar cada una de ellas. Como no me gusta ir por la vida defraudando gente, paso a cumplir en este venerable espacio.


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Are you mad fer it?

Respuesta: Claro, me encanta Oasis, es un grupo al que le debo mucho y al que prometo, pase lo que pasa, y aunque mis gustos cambien, mirar siempre con cariño. Los conozco desde hace mucho. Apenas a finales del 2007 empecé a asumirme como un fan (un madferit, pues). Fueron muy importantes para que tomara otra postura ante la vida y quizás sin canciones como "Slide Away", "Live Forever", y "Don't Look Back in Anger", ahora estaría deprimido en un asilo de jóvenes. Agradezco haberme topado con ellos y no con una de esas bandas que tanto le gustan a las personas que visten de terciopelo negro en pleno verano.


Eres hijo único?

R= No, y lo agradezco mucho. Ser hijo único implicaría demasiada presión, toda la esperanza estaría sobre una persona a la que le cuesta trabajo comprometerse. Tener hermanos te permite ir un poco más relajado por la vida, te permite pensar en que puedes morir sin demasiadas preocupaciones a sabiendas de que hay otros seres ahí para continuar el legado de la familia. No obstante, soy el hermano mayor, lo cual tiene sus complicaciones.


Has tenido alguna experiencia homosexual?

R= Fuera de algún repaso al grandes éxitos de Village People, la lectura de la obra de Oscar Wilde y el avistamiento de uno que otro video de George Michael, me he resistido a pisar los jardines de la homosexualidad a los que prefiero ver desde lejos. Evitaré decir "tengo muchos amigos gay", cliché proferido por decenas de celebridades para evitar que los llamen homofóbicos, porque les estaría mintiendo. No tengo amigos homosexuales. Ni heterosexuales.


Sigues a alguien en twitter que te parezca estúpid@?

R= No. La mayoría alguna vez han dicho algo estúpido (igual que yo), pero tienen la decencia de hacerlo con gracia. Por eso los sigo. Hay gente que directamente es estúpida, a ellos no les presto atención, ni los sigo a pesar de que me mencionen. Últimamente este tipo de seres empieza a abundar, producto de la constante promoción que ha recibido esta red social en los medios de comunicación tradicionales. También ha llegado gente estupenda, lástima que sean tan pocos porque se empieza a sentir como cuando descubres un restaurante bonito y tranquilo que de pronto se pone de moda y empieza a ser invadido por gente que medio te arruina la experiencia.


Eres de los que agregan muchos amigos en FB?

R= No, soy particularmente selectivo. En estos momentos tengo 68 amigos, y pronto podrían ser menos. Igual el otro día me puse a reflexionar sobre el caso y por un rato consideré que debía ser un poco más flexible, tengo muchas solicitudes sin responder. Lo que me jode es la gente que no te dirige un saludo cuando la ves en persona pero que andan ahí agregándote. O los que creen que debes aceptarlos sólo porque están en la misma escuela que tú. Incluso prefiero a algunas personas de internet, con las que he creado una cercanía particular. Sin excesos.


¿Qué paso con el asunto de las Pop Tarts? Estoy intrigada. ¿Cómo te llamas? Para que sea un trato justo, te cuento que yo me llamo Gabriela.

R= Tengo entendido que ya no las venden en México, y que, si lo hacen, son muy difíciles de conseguir. Tal vez en Sam's, Costco o en una de esas tiendas de las que nunca seré socio, sepan algo. Hace unos meses vi a una compañera comer una, al preguntarle, me contó que una amiga se las traía de Estados Unidos, y como un buen gesto me compartió un poco. Era de chocolate. Me gustan, mas no soy fan absoluto. Mi nombre te lo digo por DM si me preguntas por twitter, Gabriela.


¿Tienes una boca grande y siempre hablas de más o cómo? (: (por Naranja Dulce)

R= La boca la tengo de tamaño promedio y hablo demasiado o nada dependiendo el caso. Hay gente que piensa que soy demasiado serio y otra que pagaría una pequeña fortuna a cambio de que guardara silencio. Lo de nick es simplemente por una canción que me gusta: "Bigmouth Strikes Again".


De qué color y tipo es la ropa interior que estás usando en este momento? (por PixieSkywalker)

R= Negra. Son unos boxers que compré hace poco. No hay mucho qué agregar.


¿Te cae bien el Papa Benedicto XVI? ¿Te gusta picarle los ojos a los pescados muertos que están en en el área de mariscos de Soriana? ¿De dónde eres? (por Koalagary)

R= No me cae bien, tampoco lo aborrezco. La comparación con Palpatine me dejó de causar gracia hace cuatro años. Desconozco si él tenga mucho que ver, pero me agrada que en su mandato se han destapado, más que nunca los casos sucios de ciertos curas deleznables. Me dan asco los mariscos, ya sea verlos, tocarlos o probarlos. Nací en San Luis. (Missouri o Potosí lo dejo a tu imaginación).

¿Cerveza o tequila para beber?

R= Depende el caso. La cerveza es para llevártela tranquila, para ir a hacer pipí en lo que se ocurre algo interesante qué decir. El tequila para cuando tienes prisa por llegar a determinado estado, que los discos de José Alfredo sólo duran 50 minutos. Diré que cerveza porque da para convivir más.

Si fueras un libro, ¿qué libro serías? ¿por qué? (sorry si alguien ya te preguntó esto)

R= Como dije alguna vez: si fuera un libro, mi dedo sería el índice. Sobre el título, es difícil. Simplemente diré que como personaje estaría a medio camino entre Rob Fleming e Ignatius Reilly, por raro que esto parezca.

¿Cuál es tu objetivo en la vida? (Por ElizaRain)

R=Hacer algo lo suficientemente bueno para ser recordado por personas a las que nunca conocí.


¿A qué familiar tuyo admiras más y por qué? (por Beatlessgtpepper)

R= Es imposible contestar a esa pregunta sin sonar tremendamente cursi y sentimental. Ya que no quiero dañar la imagen impávida que he forjado a lo largo de estos años, me limitaré a decir que a mi abuelo paterno, por lograr mantener a diez hijos sin la ayuda de nadie y por llegar a un alto lugar en su trabajo . Y a mi padre. Y a mi madre por aguantarme.

Crees en la realidad? (por ineshdz)

R= Sí, creo que es una estupenda hija de perra.


¿Por qué el retorno repentino a formspring? (por Juanramón1989)

R= La respuesta está en la introducción de esta entrevista.

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¡Hasta la próxima entrega!

jueves, 23 de diciembre de 2010

8 canciones que Santa odiaría

La música es uno de los principales ingredientes de la navidad. Ahí junto a los regalos, el pavo, la nieve y demás clichés, se erige como algo fundamental para estas fechas. Generalmente asociamos la música de la época con los aburridos villancicos que aprendimos desde los primeros días de escuela. También están, por fortuna, los esfuerzos que figuras del rock y pop han realizado para contagiar de espíritu navideño a nuestros oídos. Estos últimos son mis favoritos, ya que las guitarras son mucho mejores que las campanas y porque las voces de coros infantiles difícilmente pueden competir con el talento de figuras con varios discos de oro a sus espaldas.


Como regalo para ustedes, y para quitarme la imagen de un ser amargado que odia a todo lo que le rodea, incluyendo a la navidad, decidí hacer un mixtape virtual con algunos de mis temas favoritos relativos a esta bonita celebración que espero disfruten. La selección está un 70% libre de obviedades y únicamente se puede escuchar en línea.

Sea como sea, espero que reciban muchos regalos materiales este año porque amor seguro ya lo tienen, ¿no?



miércoles, 22 de diciembre de 2010

La familia en vacaciones 8


No los ves durante todo el año, jamás te llaman por teléfono, viven plenamente a kilómetros de ti. Tampoco se saben tu correo electrónico. Así es la familia lejana, un pequeño ejército conformado por tíos, primos extraños y sobrinas precoces que viene bien mantener lejos porque de todas formas tienes poco o nada que platicar con ellos.

Se da un extraño fenómeno, y es que, por más que los desprecies, ellos pretenden adorarte. Puede ser hipocresía o tratarse de simple cortesía, el caso es que cuando los ves -generalmente en fechas navideñas-, te tratan mejor que a un monarca europeo.

Te adulan a base de mentiras (¡quéguapoteves!, teníamuchasganasdeverte) al tiempo que te inundan de besos y abrazos que no le darías a nadie que quieres en verdad.

Mágicamente, aquellos que jamás se tomaron la molestia de hacerte una llamadita en tu cumpleaños (el cual pasaste solo, comiendo un pingüino), cambian de parecer y se muestran interesados en lo que ha sido de tu vida. Empiezan tímidamente haciendo un comentario respecto al clima para culminar haciendo esa pregunta clásica:

¿Y que tal la novia/o?

Hacen esa pregunta sin cerciorarse antes de si tienes una (o uno), en un afán de mostrarse cercanos, y en el caso de los tíos de avanzada edad, sonar "alivianado" y "moderno". Y tú no tienes ganas de responder, o, si tienes, no quieres contarle nada a ellos, porque, bueno, son unos extraños para ti. Desconocidos con los que compartes apellido.

Mi posición respecto a estos familiares es neutral. Ni los amo ni los odio. Simplemente me molesta la falsa actitud con la que te abordan. Ya desde niño me jodía un poco que en comidas me sentaran a lado de primos con los que apenas cruzaba palabra sólo porque eran de mi edad. (Eso se repite en las bodas en las que casi no conoces a nadie, por lo que te asignan una mesa que acabas compartiendo con la chaviza en turno, una serie de humanos desastrosos con los que avergüenza convivir).

Tengo un par de primos con los que me llevo bien y varios tíos que me caen simpáticos, a otros los quiero (soy de familia amplia; mi madre tiene seis hermanos y mi padre, nueve). Luego, hay varios que me caen mal y otros que ni fú ni fá, que, curiosamente, son los que más efusividad (ficticia) muestran al verme.

Ahora es difícil que los vea. Llevo más de cinco años pasando la navidad (que era la época en la que nos reúniamos), sólo con mi seres más cercanos (dos hermanos y dos padres). Extraño a ese pequeño puñado de tíos y primos agradables, pero también agradezco no verme obligado a abrazar a aquellos a los que apenas he conocido a lo largo de los años. Les deseo una buena vida, no crean, sólo que no se puede simular cariño donde no lo hay.

En resumidas cuentas, la familia lejana es un conjunto de personas que te llaman con dos únicos pretextos: la desgracia o la fiesta. Qué se le va hacer, queda aguantar y reconfortarse con la idea de que pronto llegará ese periodo de 355 días en los que estaremos apartados de ellos.

lunes, 20 de diciembre de 2010

No me olvides

Iba a salir de la ciudad por un mes. Eran vacaciones y uno no puede quedarse en casa así como así. Sería traicionar los principios vacacionales. Debes salir por lo menos un día o dos. Quedarse en casa es grandioso, sí. Es lo que me gusta. Guardo, no obstante, un respeto enérgico por las tradiciones y fui educado para hacer uso de las vacaciones en otros lugares del planeta.

Lógico no iba a ir lejos. Tocaba ir a un pueblito de nombre impronunciable que quedaba a cien kilómetros. Llevé algo de música. Estaba seguro que sería el primero en escuchar a The Wedding Present en esos lares, lo cual se sentía bien. Dentro de las tradiciones se pueden romper algunas otras.

Cuando le dije que me iba no le cayó bien.

-No puedes dejarme sola todas las vacaciones. ¿Qué voy a hacer yo aquí?

Los animales y las chicas comparten algo: Les disgusta estar solas. Yo podría estarlo sin ningún problema. Lo he estado la mayor parte de mi vida y lo disfruto. Tiene más ventajas que desventajas. El hombre promedio sólo necesita de compañía por una o dos horas cada tres días. El resto del tiempo se puede estar perfectamente sin nadie alrededor. La compañía entorpece al hombre pensante.

-Sólo es un mes - le dije-. Puedes pasar estos días con tu familia, que buena falta te hace.

-Estás loco, yo quiero salir, ir a las tiendas, tomar algo, no quiero quedarme en casa preparando galletas y viendo novelas. Además me vas a olvidar.

-Claro que no, estaré con mi abuela, algunos tíos y primos. Es imposible no acordarme de ti teniendo una compañía semejante.

-Además ahí vive...¿cómo se llama?... María.

-Se llama Mariana.

Es obvio que ella se sabe su nombre a la perfección, desde que la mencioné para romper un silencio incómodo no para de mencionarla cada que surge un problema o discusión. Supongo que "olvida" su nombre para minimizarla, para hacerme creer que es alguien sin importancia.

-Es una vieja amiga, es todo -agregué-. Lo que menos tienes que hacer ahora es preocuparte, que es navidad, joé. Ponte una bufanda y sal a tomar un poco de aire.

-¿Vieja amiga? Sigues viéndola por Facebook, he visto cómo le dejas mensajes. Le escribes correos electrónicos. Una vez hasta hablaste por teléfono con ella. Tienes un gusto horrible, mira que andar con alguien tan corriente... encima ve el suéter que traes; debería darte vergüenza andar vestido como anciano.

Estábamos en mi habitación. Tenía un desorden impresionante, cosa que no me preocupaba. La relación se encontraba en la etapa en la que ya disculpábamos nuestros defectos. Cuestión de adaptación. Alrededor habían cajas de pizzas, latas de refrescos y fauna variada en la que destacaban revistas de hace ocho años, fotografías, balones, globos y una naranja. También había un bat de béisbol. El cual tomó. Y con el cual comenzó a golpearme sin miramientos.

-A VER SI ASÍ TE ACUERDAS DE MÍ, ANIMAL.

Sin piedad atacó mi cabeza, mis piernas y en especial mi abultado abdomen. Fue tan veloz que no tuve tiempo de reaccionar. Caí al suelo, Por cada batazo recitaba una serie de insultos que hacían que mi interior también quedara herido.

Estaba a punto de colapsar cuando cesó. Hice un espacio entre los brazos con los que me protegía para verla ahí arriba, sonriendo. Antes de irse me tiró una patada. Escuché cómo azotaba la puerta.

En efecto, no la olvidé. Durante todas las vacaciones estuve acordándome de ella con dolor. Cada moretón traía los recuerdos de un amor imposible de extinguir.

Cuando la volví a ver, le di un abrazo con la brevedad que el dolor corporal seguía exigiendo. Aún nos queríamos. Salimos a comer, rato que aproveché para contarle del mes que pasé confinado en una habitación sin apenas poder moverme. Fue una feliz navidad.

lunes, 13 de diciembre de 2010

La gente que tiene frío


La gente que más se cubre del frío es la que más disfruta el frío.

Son las personas de alta sensibilidad térmica las que se regodean en el sufrimiento.

Tres grados centígrados abajo del promedio son suficientes para verlos hundidos en bufandas, chamarras, suéteres, mantas y pasamontañas.

Intentan engañarnos, lo cierto es que les encantan los escalofríos y disfrutan con cada suspiro. Cada que dicen "maldito frío" hacen patente que, en el fondo, adoran estar a lado de una chimenea mientras beben chocolate caliente.

Las bajas temperaturas traen consigo la ropa elegante, los colores obscuros y la limpieza en el ambiente. Nadie suda, por lo que no hay peste y todos lucen decentes. Los vagabundos, incluso, adquieren aspecto poético: el vapor que exhalan se vuelve una monumento viviente.

Miren a sus madres y tías, regodeándose entre cobijas, maldiciendo al clima, mientras sueltan quejidos que más bien parecen cumplidos.

¡Disfrutemos el frío!

Les decía de la debilidad que sentía por este grupo


Es verdad, para qué engañarnos, somos dos imanes
que nunca se unirán, pasaran los años,
y seguiremos... mirándonos.

Sonará el teléfono y yo no podré oírlo
y tú cansada de llamar, cerrarás los ojos.
Y me olvidarás, y yo estaré en la barra
sonriendo y sabiendo que tú no estás.
y que no estarás...

Y no sé si esté bien...

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Desafortunado correo electrónico

Me llega este mensaje ayer, cerca de la media noche, es de la (amable) maestra de informática del lugar en donde estudio:
(...) no tengo tu calificación del examen de acreditación que estuvo programado durante la semana pasada, y no puedo levantar tu calificación en actas hasta no cumplir con el requisito. Para poder cubrirlo es necesario que acudas al centro de cómputo del miércoles 8 al viernes 10 de 8:00 a 13:00 horas y te busques en el grupo que se llama "rezagados".

Mierda. Dos cosas a considerar:

-Hasta donde sabía yo había hecho ese examen, y no sólo eso: lo había pasado con una calificación respetable.

-Confiando en que ya habían terminado todas mis preocupaciones escolares, estaba en otro estado la república, cómodamente disfrutando de las vacaciones.

Algún error el sistema hizo que tuviera que recorrer casi 300 kilómetros de regreso a casa sin deberla ni temerla. Encima ahora soy un "rezagado", una forma poco eufemística para referirse a un ser desdichado como yo.

Al menos había otra razón que coincidía con la vuelta relámpago.

John y el gatito siamés les aconsejan alejarse de los estudios.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Desayuno Continental - Hombres G

Hombres G es una de las pocas bandas en español por las que siento una pasión verdadera. Sólo Nacha Pop me viene a la mente cuando intento pensar en una que me guste más. Dejaron de estar de moda hace años, y no son considerados como algo cool por la comunidad snob. Me doblan la edad, cada día ganan más canas y lo que ahora importa , me encantan. Hombres G, La cagaste... Burt Lancaster, Esta es tu vida y Agitar antes de usar son piezas clave de mi rompecabezas personal. Hace unos días lanzaron Desayuno Continental, un nuevo trabajo que justifica su presencia en los escenarios.

Me gustó, por lo que me puse a escribir una reseña para Spazz (pronto habrán noticias respecto al futuro de la revista), la cual comparto a continuación:


Denle una oportunidad, siguen teniendo buenas canciones, de lo que se trata es de olvidar la necedad de esperar un nuevo "Sufre Mamón" todo el tiempo.

domingo, 5 de diciembre de 2010

La pareja más aburrida del mundo


El otro día fui a un restaurancito al que nunca había ido. La comida (mexicana) y los precios estaban bien, no se preocupen, lo que me llamó la atención fue una pareja que llegó al lugar minutos después que yo.

Entraron tomados de la mano, parecían felices, lo cual era suficiente para envidiarlos. La mujer era alta, guapa e iba bien arreglada. El tipo era alguien promedio que llevaba unos pantalones negros y una chamarra color claro. Tenía apariencia de ser enojón, contrario a su acompañante que lucía más bien angelical.

Lo que me llamó la atención y que me impulsa a escribir este post fue que durante la hora que estuvieron allí ninguno de los dos pronunció una sola palabra. Para mi sorpresa no hicieron nada más que intercalar masticadas con tragos a unas bebidas no alcancé a identificar para luego salir del lugar sin dejar nada digno de documentar.

Una situación semejante me provocaría decenas de bostezos por minuto. No concibo estar una hora con una persona sin pronunciar cuando menos un párrafo o escuchar alguna que otra anécdota entretenida. Con toda seguridad la muchacha podría encontrar a alguien que, sin llegar ser un perico, cuando menos le ofreciera algo de entretenimiento.

La cuestión era que la muchacha se veía feliz. Abandonaron en lugar tomados de la mano y hasta se dieron un beso. Me puse a pensar si aquello era el verdadero amor: poder estar con alguien tremendamente gris sin pasarlo mal. Yo, la mayoría de las veces, al estar con alguien hablo demasiado e intento a toda costa decir algo interesante o mínimamente gracioso sin saber que quizás los dardos van por otro lado, y que, a fin de cuentas, la conversación no ocupa un lugar tan importante en el escalafón de las relaciones humanas. Será que cuando el amor es suficiente se permite cualquier cosa, que a veces basta el silencio y que la genialidad no es necesaria cuando se trata de estar acompañado.

O puede que esos dos fueran una bella pareja de sordomudos que pidieron la comida a base de señalar el menú, mientras yo le daba un trago a mi vaso.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Misión escrita

Hace más de un mes les conté de un propósito: el de escribir una novela durante noviembre. Recuerdo que estaba animado, completamente dispuesto a lograrlo, lo cual no tiene nada de extraordinario dado que miles de veces he comenzado proyectos con el espíritu al 100 para luego fracasar estrepitosamente. Me ha pasado miles de veces; comienzo en la cima, y después, a base de tropiezos y desventuras, acabo en el suelo pensando en que jamás debí confiar en mí.

Lo extraño es que ahora, con un proyecto que, para ser exactos, no era fácil, lo logré. El ajetreado fin de semestre, con sus respectivas entregas de trabajos finales, no evitaron que concluyera una novelita de más de 50,000 palabras. Reiterativa, improvisada, errática y lo que sea, ahí está; no cabe duda que si uno está dispuesto a hacer las cosas mal, cualquier cosa es posible.

Comencé fuerte. Los primeros días fueron entretenidos, con la mente fresca llegué a sentirme poseído por el espíritu de Tolstói. A mediados de mes nacieron algunas dudas, nada grave, proseguí a sabiendas de que ninguna obra se concluye sin un mínimo de esfuerzo. Lo titánico llegó en los últimos diez días, en especial en la semana final en el que ocupaciones externas, el mal sueño e infortunios variados me tuvieron al borde del colapso.

Una parte de los concursantes del NaNoWriMo tuvieron la buena idea de realizar esquemas y borradores previos al mes de Noviembre. Yo, al enterarme apenas unos días antes, no tuve tiempo para hacer nada, por lo que todo lo fui pensando sobre la marcha. No es algo de lo que me sienta orgulloso, la escritura exige métodos serios y no sólo sentarse a teclear como loco. Lo que destaco es haber tomado la determinación para hacerlo. La escritura también es arrojo y confianza. No se puede andar por la vida borrando y reescriendo cada línea ideada; no, de vez en cuando también corresponde ser flexible con uno mismo, aunque manteniendo siempre un mínimo de control de calidad.

Varias veces, en especial cuando estaba cerca del final, pensé en tirar la toalla. Me decía que no tenía sentido continuar con algo que permanecería almacenado en un disco duro que, tarde o temprano, reventaría por la descarga continúa de videos de páginas rumanas de dudosa integridad. Cuartillas de tareas pendientes presionaban mi mente, algunas de ellas hablaban para decirme que los estudios eran prioridad. No hice caso.

Cuando llegaba a casa prefería adelantar la novela que ponerme a hacer trabajos de materias que, en el fondo, no significaban nada para mí. Me di cuenta de que rendirme equivalía a prolongar una serie de derrotas que parecían no tener fin. Hubo momentos tétricos; la falta de tiempo me obligaba a escribir en minutos en los que necesitaba dormir. Comprendí que al final valdría la pena, y aunque mantendré Un tipo de 25 en secreto (ni siquiera sé si yo la volveré a leer), me queda la satisfacción de que pude hacer algo que no necesitaba y que nadie me pedía, por el mero placer de demostrar que era capaz.