viernes, 30 de septiembre de 2011

30. "Simple Twist of Fate" - Bob Dylan

Del álbum Blood on the Tracks (1975)

A Bob Dylan le extrañaba que hubiera personas que sintieran aprecio por un disco tan adolorido como Blood on the Tracks, escrito durante el periodo en que la relación son Sara Lownds se vino abajo. Según él, las canciones no son autorreferenciales, detalle que muchos no le creemos. El contenido lleva el aire de la ruptura y, como su título indica, la sangre cae en cada uno de los temas (o senderos). Pasa que el dolor ajeno atrae. Parece extraño, pero es una realidad, acaso viendo cómo los demás sufren podemos sentirnos menos solos, en especial si quien lo hace es una figura con aura de fortaleza como Bob, un hombre que subía al escenario sin importarle otra cosa que el hacer lo que le satisfacía. Como con ninguno de los anteriores, este trabajo lo humaniza; vemos cómo hace berrinche, cómo recuerda, cómo se lamenta. No es ya el joven de "Blowin' in the Wind"que aspiraba a cambiar el mundo, ni el tipo fecundo de paisajes teatrales visto en "Desolation Row", sino una persona en plena madurez interesado sobre todo en la intimidad de la vida en pareja con las memorias lacerando cada línea suelta.

Mi primera aproximación Dylanita no fue del todo afortunada. El primer disco que compré fue una recopilación de grandes éxitos que hasta la fecha veo mal armada. Tenía altas expectativas por la leyenda lo rodeaba así como por la aclamación universal que recibía su obra, de modo que al escuchar el primer tema, "Rainy Day Women #12 & 35", sufrí una tremenda decepción. Lejos de encontrar una gema que cambiará mis perspectivas, me topé con lo que parecía ser (y lo era) una grabación de borrachos sacados de la taberna de un pueblo. Esa impresión inicial tiró por la borda mi entusiasmo. Con las primeras veces hay que tener cuidado, una mala experiencia puede interrumpir un posible devenir satisfactorio.

No sin cierta vergüenza, confieso que "The Times They Are a-Changin'" y "Subterranean Homesick Blues" me parecieron igualmente lamentables. Las primeras aproximaciones dejaron únicamente a "Like a Rolling Stone", "Just Like a Woman" y "Positively 4th Street" con calificaciones aprobatorias. Visto en la actualidad, las diez canciones me parecen soberbias, aunque como decía, considero que la selección está mal armada por no fluir ni tener los suficientes ganchos para atrapar a los principiantes.

Esto fue tan mal que no volví a intentarlo hasta mucho tiempo después. No me quedaron ganas de darle otra oportunidad a ese hombre de voz extraña y música desorganizada. Y sin embargo lo hice, hay que dar opciones para la reivindicación, siempre y cuando existan cierto tipo garantías. Bob las tenía, después de todo había influido en The Beatles y medio planeta parecía amarlo, de modo que accedí. Fui a la tienda y en vez de ir por una recopilación, hice lo que debí hacer desde un principio: tomar un álbum de estudio. Así es como se conoce a un artista, viendo el trabajo como él mismo lo armó, sin que la mano oportunista de las discográficas se note tanto y sin que los clásicos hagan presencia como meros comodines que motiven la compra.

El álbum que adquirí fue Blood on the Tracks. Recuerdo claramente que la sobriedad de su portada llamó mi atención, igual que el título. Lo escuché esa misma noche con la ayuda de un discman con audífonos. No puedo olvidar el momento en el que, desde mi cama, con las luces apagadas, empezó a sonar "Tangled Up in Blue". De entrada agradecí que no hubiera risas ni gritos, tampoco trompetas o errores. Lo que había, en cambio, era una especie de tranquilidad emotiva. El entusiasmo renació, pensé que aquello no podía ser tan malo.

Y no lo fue, así lo comprobé con el tema siguiente "Simple Twist of Fate". Ahí supe que no dormiría hasta el final. Era eso lo que inconscientemente buscaba en Bob: elegancia, reflexión y sosiego. El cantautor en plena forma. Con el bajo sonando discreto, con la armónica deslizándose entre las piedras. A partir de ahí, la relación empezó a fluir. Fuera de "Lily, Rosemary and the Jack of Hearts", las composiciones me impactaron emocionalmente, mientras trataba de descifrar lo que las letras decían, un ejercicio por demás estimulante cuando estaba acostumbrado a digerir sin preguntar.

Hay quienes lo consideran monótono, casi aburrido. A mí por el contrario, me parece un trabajo uniforme que aspira a ser el máximo exponente de la categoría de "discos para escuchar a solas". Blood on the Track es eso: un paraje solitario para reposar en medio de episodios complicados. Sin que nadie se dé cuenta, para que cuando alguien te pregunte si estás bien como en "If You See Her, Say Hello", puedas responder que todo va de maravilla aunque no sea así. Duro y a la vez cálido, sirve como refugio y también como prolongación de la herida.

Cuando fui a verlo en 2008 (una fecha en la Ciudad de México y otra en Zacatecas) quedé con sentimientos encontrados. Por una parte fue mejor de lo que creía (estaba escéptico por las críticas que suelen tener sus actuaciones en directo), pero quedé con la espina clavada por el hecho de que no interpretara ninguna canción de mi álbum favorito. Con el paso de los meses comprendí que eso fue lo mejor, porque ahora cada que escucho "Idiot Wind" o "You're Gonna Make Me Lonesome When You Go", no las asocio con una interpretación libre en vivo con la compañía de miles de personas, en su mayoría apáticas. No, gracias a ese vacío, cada que las escucho lo que viene a mi cabeza es aquella noche en la que acostado en la cama, conocí verdaderamente a Bob. Porque fue ahí el momento en el que hicimos clic, no con los grandes éxitos ni con lo que escuchaba por otros, sino con la empatía producida por dos seres dolidos.


Dice Elvis Costello que hay cosas a las que nunca te acostumbras. En "Simple Twist of Fate", la mujer de la que habla no es Sara, como comúnmente se cree, la protagonista (irónicamente por su ausencia) es Suze Rotolo, de quien se había separado diez años atrás. El tiempo transcurrió sin que Bob pudiera superar una relación que dejó una huella profunda. Lo que él llamaba un "simple giro del destino", los apartó para siempre, dejando ahí la sensación de que algo diferente pudo haber pasado. Era como una gemela, según dice, pero las circunstancias evitaron la unión. Así la guardó dando vueltas dentro de su mente. Quizás se quedaron a deber esa segunda oportunidad de la que hablo. Ahí las consecuencias, dignas de una obra tan tormentosa como esta.


4 comentarios:

Sheliwirini dijo...

Siempre nos torturaremos por lo que pudo haber pasado pero a veces es mejor olvidarlo. Aunque nunca está de más intentarlo de nuevo.

Buen final para tu lista. Me gustó bastante y conocí cosas nuevas. Gracias por compartirla.

Saludos :)

Juan Ramón V. Mora dijo...

¿Pues qué más? Este álbum es una de muchas obras maestras de Dylan y, como él en sí, es una de esas cosas que no te pueden dejar de gustar si les has puesto la suficiente atención.

As: Venus In Furs [Live] - Lou Reed.

Atte: Juan Ramón

agosto dijo...

ja, chócalas! yo también me inicié con el Greatest Hits (yo compré uno que traía los dos discos) y tampoco me enganchó como creí que lo haría..
sin embargo, aproximadamente un año después, volví a escuchar el disco y mi percepción fue distinta..
hoy en día, me gusta el greatest hits, aunque confieso que no hay nada como escuchar los discos completos, como una obra entera

Bigmaud dijo...

Sheli: Todavía no era el final!

Compañero: Esas líneas son muy ciertas.

Agosto: Sí, Bob es uno de esos artistas a los que no da conocer por recopilaciones. Hay que ir por uno de los álbumes.


Saludos.