jueves, 22 de septiembre de 2011

23. "Something Changed" - Pulp

Del álbum Different Class (1995)


Tengo una forma de pensar que hace de mis días sean ampliamente tortuosos. Creo que las más mínima acción influirá tarde o temprano en el futuro. Supongo que el haber visto películas como Sliding Doors, Irréversible y Run Lola Run marcó de algún modo mi perspectiva cotidiana. Las personas con las que convivo me dicen que exagero en mis reacciones ante eventos que, según ellos, carecen de importancia. Pasa que, así como lo veo, tomar decisiones significa cambiar tu destino (uso esta palabra con fines prácticos) de manera determinante. Ya hace tiempo me hice a la idea de que llegar tarde a un sitio no es solo llegar tarde a un sitio. Es mucho más que eso. Es perder una sinnúmero de oportunidades y de momentos que ya no volverán. Esto lo aplico a cualquier circunstancia. Yo sé que el haber elegido la carrera que ahora llevo significó una variante tremenda de lo que pudo ser mi existencia. Mejor o peor, la única certeza es que pudo ser diferente. Hubiera conocido a otras personas y hubiera tenido otro tipo de vivencias. Tendría otros conocimientos y otras deficiencias. Tal vez si hubiera optado por Ciencias Políticas como lo pensé, ahora no estaría escribiendo este post. Tal vez hubiera conocido a un ser especial que cambiara mi visión pesimista de las cosas. O si no hubiera estudiado ahora estaría peor que nunca, deprimido y pensando en beber un vaso de cloro.

Nuestro alrededor está lleno de posibilidades que no tomamos, o que ni siquiera percibimos. Baso mi filosofía en esto. Si me cuesta tomar decisiones es porque conozco lo que representa inclinarse a uno u otro lado. Ir al parque y sentarte en determinada banca puede derivar en una amistad o en una pelea con alguien que minutos atrás no conocías. Ponerte una camiseta de tu grupo favorito para salir a la calle puede significar el encuentro con la chica linda con gustos similares a los tuyos a la que siempre estuviste esperando.

No recomiendo seguir estos pasos. Hay veces que creo volverme loco. Me doy cuenta cuando medito durante largos minutos simplezas del tipo: ¿debo tomar el camión o debo caminar hacia casa? como si de ello dependiera el futuro de la humanidad. Me pongo a imaginar los escenarios que podrían presentarse si opto por una u otra alternativa. Tal vez en el camión me asalten, pero también cabe la posibilidad de que a mi lado se siente un anciano que me dé un consejo determinante. Si me voy caminando podría ser tropezar en un hoyo o podría encontrar a un perro extraviado cuyo dueño me recompensaría con una amistad duradera.

Así lo aplico desde a la elección de una caja de cereal en el supermercado hasta a la manera en que me aproximo a los demás, la forma en que gasto el dinero, los libros que leo, los lugares a los que me dirijo, a los textos que escribo, a los pensamientos que callo, a la no asistencia a clases, y cualquier variante que se puedan imaginar.

Muchos dicen que el hubiera no existe. Yo, además de verlo claramente en el diccionario, pienso de manera constante en él. A diario me torturo pensando en las elecciones equivocadas. Sé que de haberme conducido de otro forma, todo esto pudo ser muy diferente. Que no hubiera tenido que apartarme de lo que deseaba y que, acaso, podría estar en otro lugar.

Y sé que en la vida hay instantes que a la postre te hacen decir, fue ahí donde algo cambió. ¿Dónde estaría ahora si te hubiera conocido? Todo pudo ser muy diferente. Esto me recuerda la canción de Pulp a la que dedico esta entrada. La letra es una de las tantas muestras de por qué Jarvis Cocker merece cualquier tipo de elogio. Una homenaje a las casualidades, a las relaciones de nuestra vida, muchas veces surgidas o truncadas a partir de aparentes nimiedades como el quedarte en casa o salir a ver una película.