domingo, 12 de febrero de 2012

Tengo una nueva vecina


Me dio gusto saber que los viejos vecinos habían dejado la casa. Eran malhumorados. Se enojaban por cualquier cosa. Una vez tapamos su cochera y desde entonces no les vimos una sonrisa. Jamás los vimos soltar un buenos días. Pasa que la construcción de a lado está mal hecha. Su cochera queda una posición incómoda y cualquier movimiento la tapa. No lo hicimos de mal intención y ellos tuvieron amistades que varias veces impidieron dejar la nuestra libre para meter el auto. A diferencia de ellos no nos enojábamos, solo tocábamos su timbre y les relatábamos la situación. Como si fuera nuestra culpa lo solucionaban sin que se atrevieran a decirnos una sola palabra. Así que se fueron y yo respiré aliviado. Las películas mienten con el cuento de los vecinos interesantes. La mayoría son aburridísimos o no te hablan siquiera como los otros que tengo donde vive una señora con sus dos hijas que están guapas y jamás han tenido un gesto conmigo. Uno esperaría cuando menos un parpadeo, y no, ni eso. Quisiera vivir en una finca. En un terreno de varias hectáreas para no tener gente cerca. El único inconveniente sería la lejanía de las tiendas y escuela. De cualquier forma casi nunca compro nada y tampoco aprendo. Aunque hago como que sí para que el mundo no pierda el equilibro.

La nueva vecina va en mi escuela. Cuando lo supe (ella me lo dijo en una clase, fue la primera vez que me habló) me puse pálido. A través de las paredes se escucha todo. Temo que las conversaciones que tenemos aquí pueden llegar a sus oídos y que le cuente a los de la escuela lo loca que está esta familia para derrumbar la reputación de dos milímetros que sigo conservando por ahí.

No sé cómo se llama y ya me da miedo preguntarle. Ella sabe como me llamó. Me habla con tanta naturalidad que haría el ridículo si le confieso que jamás he podido aprenderme su nombre. Sé que tiene el cabello ondulado. El otro día llevó a un niño pequeño a clase. No quise preguntar si era su hermano o su hijo porque da igual, no la conozco y solo se dirigió a mí porque algún día se le podrá ofrecer una taza de azúcar. Entonces sabrá que no tengo.

2 comentarios:

Fernando dijo...

en conclusión te pone un poco nervioso la vecina, a lo mejor con un pequeño riesgo le preguntas su nombre y como por arte de magia aparece el ázucar en tu casa

Sex Shop dijo...

Muy buenooooooooooooo!!!!!!!