lunes, 27 de febrero de 2012

Podrías ir al baño de vez en cuando


No salgo de casa si no he tomado un baño, eso lo tengo claro. No me siento a gusto si estoy sucio. Necesito estar fresco, oler de maravilla. Lo llevo hasta sus últimas consecuencias. He pescado resfriados por salir a las 7 de la mañana con el cabello mojado o empeorado los síntomas de una gripa por dar una ducha antes de salir al supermercado. Da igual, sigo firme con la convicción, ni la falta de gas puede evitarlo. La higiene es un punto capital de la existencia y desprecio a todo aquel que no cumpla con los mínimos requerimientos en la materia. Se nota de inmediato. La gente que no se ha bañado, digo. Algunos lo hacen por flojera, otros por falta de tiempo. Aterradores son los que se abstienen por gusto: de verdad, hay a quienes no les gusta bañarse. Yo era así de niño, luego maduré. A los nueve años resistí unas vacaciones —de semana santa— sin tomar una sola ducha. En la actualidad resultaría impensable. El cuerpo va cambiando, los requerimientos también. Se debe tener clase. Hacer todo lo posible por distanciarse de los vagabundos. En la vida hay muchas razones para convertirse en un cerdo, y la falta de higiene es la más aburrido de todas. Paso.

Hace poco platicaba con una chica al respecto.

—Deja de exagerar. No pasa nada si sales sin bañarte —me dijo.
—Nunca se sabe. El amor de mi vida podría estar por ahí un día y no quiero que me atrape en un estado deplorable —respondí.

Visto de forma sencilla. Uso pantalones de mezclilla, zapatos cómodos, y alguna playera o camisa. Rara vez reparo en el guardarropa. Paso poco tiempo frente al espejo (lo recomiendo a aquellos que quieran evitar deprimirse: mírense lo menos que puedan). Lo que sí cuido bastante es la hora del baño, un ritual indispensable en la jornada diaria. Al diablo con el ahorro de agua, se debe aprovechar vivir en un periodo histórico donde aún es posible entrar en la regadera durante diez minutos. Ahí los problemas pierden peso. El agua hirviendo los relaja por un tiempo.

Refuerzo la tarea con loción y usando desodorante en cantidades desproporcionadas. Me duran poco, tengo que estar comprar a cada rato. No escatimo en recursos. Si tu espíritu no está limpio, que al menos tu cuerpo lo esté.

Alguna vez me dijeron que intentaba "limpiar mis culpas" cuando me lavaba las manos. La persona en cuestión estaba alarmada por el hecho de que lo hiera tan seguido. Es difícil que deje pasar más de una hora sin que vaya a echarme agua y jabón. En mi defensa diré que no he cometido algo de gravedad como para actuar así, aunque sea de forma inconsciente. Soy un admirador profundo del olor a limpio, es todo. Valoro que las personas se tomen unos minutos en cuidarse, en mandar por la coladera la suciedad que se va acumulando por los días infernales que sufrimos.

Es un asunto personal y colectivo. Benéfico para ambas partes. La falta de higiene en los hombres me parece criticable, pero en las mujeres me parece imperdonable. Debe ser porque las prefiero, así que me importa que se mantengan en óptimas condiciones. De otro modo se pueden venir abajo, sin importar su belleza. Una vez conocí a una chica con una cara preciosa y de cuerpo bonito, lo malo era que olía mal. Lo podías saber en cuanto platicabas con ella. No apestaba, en el sentido estricto, solo era que le faltaba el olor a limpio que debe exigirse a quienes pasan a nuestro lado. También le faltaba simpatía...

La sensación de las gotas de agua es asombrosa. Si ya en lluvia llega a resultar placentera, en la ducha, a temperatura agradable, llega a convertirse en una experiencia celestial. Es barata y cotidiana, quizás por ello pocos se den cuenta del enorme valor que tiene.

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