Cuando era niño me daba flojera respirar. No entendía cómo la gente podría vivir ochenta años inhalado y exhalando aire. Horror.
La idea era un tema recurrente en las pláticas que tenía con adultos, ¿en verdad tenía que respirar para poder vivir? Vaya tortura, realizar una actividad tan aburrida TODO el tiempo me sigue pareciendo un castigo importante.
Y aquí entramos todos, incluso los perezosos acceden a la dinámica. ¿Quieres vivir? Bueno, demuéstralo; gánatelo.
Algunos ni se darán cuenta, es algo tan mecánico y constante que es como si anduvieran en piloto automático. Los envidio, porque desde que me di cuenta de esto no puedo dejar de pensar en lo tortuoso que es. Por tanto soy un respirador consciente, alguien que sabe que todo esfuerzo vale la pena. En este caso por la vida misma.
3 comentarios:
Maldición de Ondina? tal vez.
Pucha, sos como un delfín.
Zai: Supe de eso gracias al teletón. Aterrador.
Mechi: No nado igual.
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