martes, 6 de abril de 2010

Pasada la noche

Las vacaciones de semana santa traen consigo una ola de alegría que inunda los corazones de aquellos zánganos que, hartos de la rutina de su miserable vida, encuentran en ella un breve recreo al cual extrañarán durante el resto del año. No importa la religión, durante estas dos semanas, todos (ateos incluidos) se dejan llevar por las benditas tradiciones que acaban con las horribles clase diarias.

Eso no quita que algunos nos podamos aburrir. En las cápsulas noticiosas sólo muestran la cara bonita: turistas en bikini compitiendo por ver quien hace los movimientos más sensuales o el desperdicio de agua de Sábado de Gloria que es condenado hipócritamente por aquellos que tardan media hora en bañarse todos los días. La realidad de la mayoría, sin embargo, es distinta. Personalmente me he estado aburriendo como señora menopáusica en una conferencia sobre rugby durante estos días.

Para no transmitir a los lectores ese sentimiento tan feo llamado fiaca, estuve diseñando algunas estrategias con el fin de mantener este espacio virtual animadamente. Claro, últimamente he andado muy quejica. Se habrán dado cuenta que mi ánimo quejumbroso ha superado (para sorpresa de los astros) el ya de por sí molesto tono original con el que he provocado la repulsión de medio mundo. Pues debe saber, que no es mi intención. Échenle la culpa a todo el entorno que me rodea, quien se ha esforzado con tal de ganarse el odio que ahora le entrego.

Uno de los planes más interesantes con el que planeaba cambiar inesperadamente el curso del blog, consistía en salir a buscar aventuras en las zonas de mayor inseguridad de la ciudad. Me sacrifiqué por ustedes muchachos, aunque a veces no lo parezca tengo un gran interés en actualizar dignamente la bitácora que inicié ya hace un buen tiempo.

Antes un breve paréntesis en el que no aparece ningún paréntesis:

Las salsas no valen nada por sí mismas. Es increíble lo dependientes que son. Ahí tienen al guacamole, por ejemplo. Pueden preparar el mejor guacamole de la historia. Uno exquisito en serio, preparado con aguacates cultivados por mujeres vírgenes o lo que quieran. Pero si no hay algo en donde lo puedan echar, no vale nada. Una tostada, aunque sea de las baratitas, cambia el panorama. La tostada fea, se defiende sola. Puede ser la que ayude al guacamole, pero también la puedes comer sin nada extra. Claro, no será la gran cosa, pero su naturaleza le permite afrontar paladares decorosamente. Una salsa no, forzosamente necesita de una acompañante por más corriente que éste sea. Algo que le dé sentido.

Así me siento más o menos. Soy una salsa verde que necesita de un complemento. Uno que potencialice mi esencia.

Les decía del sacrificio que hice. Bien, salí a la calle con la intención de toparme con algún asaltante. Podrá sonar extraño, sí. Por eso aclaro que no estoy loco. Soy alguien que tiene la suficiente claridad mental como para preferir a The Rolling Stones sobre Maná. Si lo hice fue para provocar un suceso extraordinario. Algo que fuera lo suficientemente atractivo para ser publicado aquí. Sé que fue arriesgado, un asaltante pudo llevarse una pertenencia tan codiciada como mi vida, pero era algo que tenía que hacer. No toleraba un minuto más sin provocar sensaciones

Era tarde, ya. Las once de la noche, algunos minutos más. Las avenidas estaba vacías, sólo algunos autos daban vida como estrellas fugaces. Caminé en busca de un lugar menor. Algún callejón sin iluminación tal vez. Encontré un caminito que se acercaba a algunas pesadillas. Lo crucé con algo de temor y mucho deseo. Era angosto, lo adornaban unos grafitis obscenos tan coloridos que se notaban a la perfección a pesar de la escasa luz. Cuando iba a la mitad escuché pasos que se acercaban. Calculé que eran tres o cuatro personas. Decidí no acelerar el ritmo, seguí normalmente. Quería que me alcanzaran; que se llevaran la desnutrida cartera que llevaba. La compré hace años y quería deshacerme de ella. Era más emocionante que tirarla a la basura. Además cumpliría mi objetivo de tener algo qué contar, algo que tumbara la rutina. De eso se trataba todo. Por eso estaba en ese lugar del mundo. Un lugar que sólo esos hombres y yo estábamos dispuestos a poblar.

Sus presencias estuvieron cada vez más cerca, lo supe por el peculiar sonido de su respiración. Pasado un rato lograron alcanzarme. Me emocioné. Por fin había llegado el momento que en el fondo tanto deseaba. Desgraciadamente sólo me dijeron buenas noches y siguieron su camino. Sorpresivamente no me atracaron Ni un golpecito me dieron, siquiera. Nada. Ese es el problema al que me he enfrentado últimamente: que no pasa nada.

7 comentarios:

Yareli dijo...

Jajaja, está bueno tu paréntesis. Y qué curioso que no te pasara nada, no es que te lo desee, aclaro. Quizá debas hacer evidente que eres del DF, Xul se fue 2 semanas a Zacatecas y en una noche que a él y sus amigos les escucharon "el tono cantadito deefeño" los golpearon.

Saludos, yo tengo tostadas con guacamole, te invito!

Pixie dijo...

Oh si, Yareli tiene toda la razón, las cosas "emocionantes" que han pasado a mis hermanos y a mi han sucedido en la ciudad donde también dicen que no pasa nada, o sea aquí en Querétaro...

mmm sii, y también me ha tocado presenciar el desprecio a los deefeños, así que si de verdad quieres hacer locuras, trae una playera del América y ve a un bonito y mala onda estado de nuestro colorido país, jaja

Saluditos!!

Mechicabota dijo...

¿No pasa nada? ¿Y cuál es el problema? El todo está sobrevalorado.
El todo contiene absoultamente todo, excepto la nada. O sea que el todo, no es el todo, porque hay algo que no tiene.
La nada, por el contrario, no tiene nada. La nada es real, el todo es un fiasco.

Zorrooo dijo...

Hay tambien otras formas emocionantes para deshacerse de una cartera. No sé, quizás haberle robado una a una abuela y dejarle la tuya a cambio. Eso si que es historia jejeje.

http://puercatumadre.blogspot.com/

Saludos
PD: ¿Eres hombre o mujer? leo u blog, pero no sé si decirte ella o él.

Juan Ramón V. Mora dijo...

Qué buen post. Andas prácticamente igual que yo. Y qué libro tan ultra chingón estás leyendo.

As: Diez Décimas De Saludo Para Argentina - Alfredo Zitarrosa.

Atte: Juan Ramón.

Anónimo dijo...

Me gusta bastante como escribes por lo menos en mi de vez en vez si logras provocar sensaciones.(Entre paréntesis...Y punto)
cat :P

Bigmaud dijo...

Yareli: Nomás por el tono cantadito? Ah, el resentimiento provinciano. Malditos.

Mándame el guacamole por mail.

Picsi: Tú también odias a los chilangos? Damn it. O sea que para ir seguro en las calles sólo hace falta llevat el jersey del equipo de la ciudad y no hablar. Regla de oro.

Mechi: Bien dicho. En la nada no hay nada malo. En el todo hay muchas cosas malas. y algunas buenas, pero poquitas.

Erick: Hoy hombre (o casi)

Está bueno el nombre de tu blog.

El compañero: Lo dices por el de Paul Auster, verdad? Concuerdo con tu veredicto, en ese caso.

Cat: Muy bien, pero ahora como agradadecimiento, revela tu identidad, blog tuiter o algo!

Saludos a ustedes.