domingo, 18 de abril de 2010

El caso de la cartera fresa

Ah, los domingos. Es un día que inspira tanta flojera que hasta Dios lo usó para descansar (así lo demuestran los fósiles). El de esta semana, entonces (y para no romper la tradición) lo usé para eso: para ser los menos productivo posible. Las clases de catecismo que llevé durante la infancia me dejaron la enseñanza de que el domingo era para eso, imposible que traicione esos principios.

Desperté a eso de las once y media de la mañana. Una pena porque hubiera querido dormir mucho más ya que el otro día me había acostado a las cinco. Es terrible despertarse temprano cuando no hay nada que te impida seguirla. Un misterio el por qué me levante sin que nadie ni nada me lo pidiera. Tal vez fue un llamado del destino, como en retrospectiva veo ahora que analizo lo que me pasó hoy.

Iba bajando las escaleras cuando un sensación extraña en el estómago me abordó. Descartada la opción del embarazo comprendí que se trataba de hambre, por lo que seguí bajando escalones hasta llegar al primer piso de esta litera arquitectónica que tengo por hogar.

Inspeccionando el refrigerador hallé alimentos poco apetitosos para inagurar la jornada de zampadera dominical. Ni hablar, una lata de pepinillos no se le puede antojar a nadie, y menos cuando las opciones de acompañamiento son chiles habaneros, una barra de mantequilla y medio kilo de duraznos putrefactos. Sólo quedaba abandonar la seguridad del techo que me cubría en búsqueda de productos que saciaran mi apetito.

Tuve que bañarme, no me gusta que la gente perciba un desaseo en mi persona, prefiero que me vean y piensen que soy un tipo limpio que merece todo su respeto. Luego de secarme (no quería que me diera un aire al salir) emprendí el camino hacia el Superama más cercano, que es también el supermercado que me queda a menos kilómetros de distancia. Posiblemente si hubiera un Wal-Mart por aquí hubiera considerado la idea de ir a él, porque tiene precios más asequibles. Sin embargo tengo una predilección especial por Superama, porque sus instalaciones son acogedoramente pequeñas. Detesto ir a una tienda en la que tenga que recorrer un kilómetro para encontrar una lata de aceitunas. Así que no me duele mucho pagar unos centavos extra por estar una tienda tan agradable como esa. Además la gente que hay ahí es educada. Toda una experiencia.

Como había agotado todos mis fondos monetarios tuve que pasar al cajero del Santander contiguo a las instalaciones del supermercado. Todo iba normal, o eso parecía hasta que volteé a la derecha y vi lo que motivó este post:

Estimado lector, eso es una cosa dorada y una cosa negra.


Evidentemente una cartera y un estuche de lentes estaban ante mí. Vaya sorpresa la que me llevé, tenía cuando menos seis años sin encontrarme nada que sobrepasara el valor de una cono de papel.

Fue entonces cuando entré en un dilema. Podía irme sin tocar nada fingiendo demencia senil prematura o tomar las pertenencias para emprender la búsqueda heroica de su dueño. La primera opción me ahorraba riesgos además de tiempo. La segunda era más seductora. Si dejaba esos artículos ahí me quedaría con la duda para siempre. Mejor que las tomara yo a que el siguiente lacra que pasara por ahí se la quedara. Supe que lo mejor que le podía pasar al olvidadizo en cuestión era que yo sacara eso de ahí. Fue lo que hice al final.

Si hubiera sido entre semana se lo habría entregado a algún oficinista del banco con la esperanza de que la propietaria (primer deducción: esa cartera doradamente afeminada no podía ser de un hombre) lo fuera a reclamar, pero como era domingo estaba cerrado así que estaba solo metido en la complicación.

Guardé todo en las bolsas del pantalón y entré rápidamente al súper. Mientras buscaba entre los pasillos algo para tragar estuve pensando porqué alguien dejaría no una, sino dos cosas de valor abandonadas ahí. Si había ido a sacar dinero como yo ¿Dónde lo guardó?, ¿No necesitó los lentes para ver las pequeñas letras del cajero? Ahí todavía no revisaba el contenido del lingote de oro. Tan respetuoso soy, joé.

Miles de teorías cruzaron por mi mente, aunque lo más importante en ese momento era salir de ahí con la denigrante hamburguesa con papas de veintitrés pesos que había seleccionado como comida.

Minutos después, ya en casa y con el hambre eliminada, abrí la bolsa de oro en cuestión. Tal vez encontraría algo que me ayudara a regresarla a quien le pertenecía.

Esto era lo que tenía dentro:


Sólo eso, nada más.

Saqué tres conclusiones:

-En efecto, la cartera era de una mujer. Una rubia (y no, no era Dakota Fanning, la edité por cuestiones obvias), guapita y que a todas luces era fresa.

-Alguien se me había adelantado, y le había sacado todo el dinero. Porque... ¿Qué muchacha del Tec no trae al menos un billete de cincuenta pesos?

-La señorita tenía pésimos gustos cinematográficos.

También consideré la opción de que tenía en mis manos evidencias de un secuestro express. Podía ser que por andar ayudando me hubiera metido en un problema serio.

El caso era muy raro, incluso me arrepentí de haber actuado como lo hice. Hubiera sido más sencillo hacer lo que la mayoría haría: no prestarle atención y seguir con mi vida. Desafortunadamente soy una persona noble y con principios, jamás podría comportarme como un subnormal. Fui educado con otros propósitos, y siempre buscaré hacer lo que considere correcto aunque eso me meta en apuros.

Sin pistas, acabé rendido. Estaba frustrado porque una preparatoriana andaba por ahí (en el mejor de los casos) sin sus anteojos y sin su billetera. Y yo los tenía sin que me correspondieran. Lo peor del asunto es que no encontraba cómo poder remediarlo.

Luego de un rato tomé una decisión sensata: al otro día iría al banco para entregarla a uno de sus empleados como hubiera hecho en cualquier otro día. Era la única opción que me quedaba...o eso creía...

En un arranque de inspiración divina, se me ocurrió que podía buscar a la chica por Facebook. Después de todo, su combinación de apellidos era lo suficiente peculiar para que las probabilidades de éxito fuera altas.

Y sí, no tuve que hacer una búsqueda ardua para encontrarla. Le mandé un mensaje diciéndole que había encontrado sus lentes y cartera. Contestó luego de una hora agradeciéndome, me dijo que lo del dinero ya no importaba (o sea que sí, un miserable sacó lo que traía y luego se largó), que cuándo podíamos vernos para que le entregara sus chucherías.

Nos encontraremos mañana a las cinco afuera del cajero en cuestión. Quedé satisfecho con lo que hice. El dinero ya no estaba, pero los lentes costaban al menos quinientos pesos y eso era suficiente para que el esfuerzo valiera la pena. Me puse a pensar que hace veinte años esto no hubiera sido posible, no había una red social que lo permitiera. Y tampoco blogs en donde contarlo.

4 comentarios:

Pixie dijo...

Usualmente cuando hablas de tu nobleza me rio un buen rato, pero debo admitir que lo que hiciste hoy me impresiona y enorgullece, que va, me parece adorable!!

Hoy te amo más de lo normal.

Aunque no explicaste porque pensaste que era lesbiana.. bueno, felicidades, una vez más no eres del montón grandototototote de mexicanos lacras, eres del chiquito buena onda jojo

Saluditos!!

historyzar dijo...

Bastante inspirador... ahora lo puedes poner en la campaña "tienes el valor o te vale" jeje

Suerte.

Mechicabota dijo...

¡Bien por vos!
El otro día con mi novio encontramos una cartera que tenía un par de pavadas y un pedazo de papel higiénico con números de teléfonos escritos en él.
llamamos a varios hasta que dimos con la madre, pero no sabía de cuál de todas sus hijas era la cartera, porque tenía 7 hijos.
Después de mucho averiguar, encontramos a la dueña de la cartera, quien preguntó si estaban sus documentos allí. Le respondimos que no y dijo "bueno, ahora voy a buscarla" y no vino más...
Hace unos meses mi profesor de imágen encontró una billetera y la utilizó para explicarnos cómo hacer un trabajo práctico. Fue impresionante.
Terminó devolviendo la billetera por un papel que había dentro que decía "mi Nachito" y un teléfono.

Bigmaud dijo...

Picsi: Lo del lesbianismo lo dejaré como un misterio. No se trata de balconear a nadie, ejem. Menos mal que ya te tomarás en serio mi honestidad,lindura y demás.

Historyzar: Me choca esa campaña, tengo la teoría que es tan odiosa que la gente comienza delinquir después de verla.

Mechi: Jajaja, podrías escribir un guión con la historia de los 7 hijos. Una road movie donde vayas a visitar a cada uno hasta encontrar, al final, al correcto.

Saludos a los tresss.