sábado, 8 de agosto de 2009

Recuerdos Chatarra

Durante años me he quejado de lo mala que es mi memoria. Sin ir más lejos, en cierto post dije que era como de pez dorado porque -para los que no lo sepan- la de esos animalitos dura tres (según otras versiones, ocho) segundos nomás*. Últimamente lo he estado analizando y creo que exageré; fui muy injusto con mi pobre memoria, que no es tan mala, simplemente está mal enfocada.

Con el paso del tiempo he almacenado toneladas de información innecesaria que cualquier amante de la información innecesaria envidiaría. Tengo una buena capacidad en gigas de almacenamiento, el problema es que mi memoria se confunde y en lugar de guardar lo realmente importante, se queda con lo superfluo. Para ejemplificarlo, digamos que si un día el Papa me invita a la Casa Blanca a comer sushi, pasados los meses no recordaré la sabiduría de sus palabras, la belleza de las instalaciones o la presencia de celebridades. No, de lo que me acordaré será del lapicero que estaba en uno de los escritorios. Puede que vagamente me vengan a las mente ciertos momentos de la reunión pero todo girará en torno a ese lapicero que será el protagonista de lo que viví ahí.

No exagero. De la primera vez que fui al Circo (y la penúltima hasta ahora) mi más vívido recuerdo es que en cierto momento de la función, el señor que estaba a mi lado me ofreció Cheetos de su bolsa. Y ya. Ni me pregunten cómo se llamaba el Circo o qué animales vi porque no podría contestarles. Como ese tengo muchos casos. Mi mayor reminiscencia del año que viví en Monterrey es que una vez en la escuela, una de mis compañeritas llevó un tamal oaxaqueño de lunch. Lo curioso es que por más que trato soy incapaz de traer el nombre de la niña en cuestión a mi memoria.

Uno de los recuerdos chatarras que más me causan conflicto (porque podría utilizar ese kilobyte de espacio para algo más valioso) tiene que ver con un palillo. Era 1998 (estaba el mundial de Francia) y mi familia y yo fuimos a desayunar. Era un buffete. Si comí sandía, hot cakes, cereal o empanadas de queso, no sé. Lo que sí les diré es que todavía hoy en pleno 2009 por lo menos una vez a la semana revivo en mi imaginación el instante en el que antes de salir del restaurante intenté tomar un palillo de un frasco; al sacar la mano en lugar de uno, había sacado dos. Me sentí un ladrón ese día.



*Aunque en este confiable blog de datos estúpidos y Wikipedia lo desmientan.

3 comentarios:

Unknown dijo...

¿Sabías que un Gnomo es siete veces más fuerte que un humano?

xD

ontobelli dijo...

No culpes a tu memoria de lo que tu eres responsable. Ella se acuerda de lo que para ti es significativo en el momento en que se almacena el recuerdo. Nadie recuerda lo que no le importa.

Hay métodos para relacionar los sentidos con los eventos y de ese modo se pueden recordar detalles que de otra forma se olvidarían.

La vista es una herramienta poderosa para la memoria. Imaginar un numero de teléfono como un cartel hace que sea más fácil recordar el número. Entre más referencias y asociaciones significativas puedas crear, más se te gravará lo que quieres memorizar.

Bigmaud dijo...

Gracias por el dato, Betti. Justo ayer me estaba preguntando eso en mi hora de meditación.

Ontobelli: La memoria es parte de mí, le echo la culpa como cuando me quejo de que mis uñas crecen demasiado rápido. Es para darle un tono más dramático.

Eso de los métodos es cierto, decía Woody Allen en una de sus películas (Scoop) que si quería recordar un cenicero, utilizaba un sistema nemotécnico: se imaginaba a 50 ceniceros bailando en una isla desierta y así terminaba acordándose.

Saludos.