jueves, 31 de mayo de 2012

Aléjate por favor


Aléjate de los que se hagan llamar bipolares. Aléjate de los que se hagan llamar patanes. Aléjate de los que anden con la etiqueta de sarcásticos. Mantente lejos de los que se ufanen. Evita platicar con ellos y si puedes ni te les acerques. Olvídate de cualquiera que, con orgullo, se llame a sí mismo "hijo de puta" o diga "soy un cabrón". No convivas con los que se burlen de la gente. No les des tu número. No les creas a los cándidos que se divierten con ellos, a sus amigos, a sus compinches. Dales la espalda. Ignora a esa clase que ahora abunda, los que buscan hacer de sus defectos una serie de virtudes y también de los que veas que les aplauden. Dalo todo por no ser uno de ellos. De esos que presumen fotos de botellas vacías para demostrar los bebedores que son. Los mismos rudos que hacen señas obscenas con la mano cuando una cámara aparece en el camino. Los mismos revolucionarios que tiran la colilla del cigarro en el bote de basura destinado a la basura orgánica. Aléjate, no vale la pena el esfuerzo. De nada te servirá conocerlos. Te hablarán de sus películas favoritas, cada una de ellas llenas de violencia gratuita, explosiones o acrobacias en rascacielos. Verás que se burlan de lo que tenga un mínimo grado de buen gusto. Llamarán aburrida a la elegancia, a cualquier cosa que le quede grande a sus cabezas. Será entonces cuando tal vez veas a otros chicos y chicas reírles las gracietas. Guarda la calma, son otros de su especie. Yo espero que tú al menos seas diferente. Así que aléjate de ellos, de los que dicen que les vale madre, los que se creen unos chingones por joder a los demás, los que van por la vida aprovechándose de sus amigos. Permanece alerta. Algún día los verás. A los sucios, a los groseros a los desconsiderados. Estarán rodeados de otros tantos: personas fácilmente impresionables que creen que la falsa arrogancia es atractiva. Cuídate de todos ellos, podrías quedar inmerso. Aléjate, ve a tu habitación o conoce a quienes sepan que hay otros modos de llamar la atención. Son pocos, pero puedes encontrarlos. A la mayoría los verás solos, abandonados entre la multitud, a la espera de que alguien como tú se dé cuenta del encanto de sus sutilezas.