lunes, 8 de agosto de 2011

De cómo terminé durmiendo con la luz encendida


Alguien me dijo una vez que para dormir bastaba con cerrar los ojos y quedarse quieto. Mentira. Ya desde los diez años he tenido dificultades para conciliar el sueño, al parecer las instrucciones que me dieron eran, por decir lo menos, insuficientes. El ritual se repetía a diario, apenas daban las diez de la noche, me ponía la pijama e intentaba hacer lo que aquella voz me dijera tiempo atrás: cerrar los ojos y quedarme quieto. La mala noticia es que eso no funcionaba. Era común que dieran las once y las doce sin que lograra mi cometido. Tal vez se debiera a que estaba forzando la situación: la relajación era sustituida por una obligación, la de dormir. Estuve así un largo periodo hasta que llegó el punto en que me di cuenta de que era una pérdida de tiempo el estar una o dos horas sin hacer nada, con los ojos cerrados. Comencé una nueva estrategia. Opté por irme a la cama hasta las 12, una acto revolucionario si tomamos como referencia que según supe en los recreos los compañeros de la escuela se iban a la cama, como máximo, a las 10 y media de la noche.

Tampoco funcionó. Hubo noches en las que terminé por dormir hasta las dos y media de la mañana. La clave no recaía en las dos horas sobrantes, sino en la forma en que decidí enfrentar a la almohada. Pronto caí en cuenta de que dejar la televisión prendida a bajo volumen era relajante, de modo que, cada noche, la dejaba prendida, y la miraba hasta que, sin notarlo, me dormía.

Sin ser consciente de ello, a partir de entonces se desarrolló una manía mutable que hasta la fecha me impide dormir si no cumplo una serie de requisitos para merecerlo. Lo de la tele duró algunos meses para ser sustituido por la radio. Llegó el punto (y miren que lo intenté) en que no conseguía dormir a menos de que tuviera sintonizada alguna estación a bajo volumen cerca del oído. En días de fortuna solo requería de 45 minutos para caer rendido. A veces una hora, la noticia positiva es que con la compañía de un fondo musical ya no era un proceso tortuoso. Pronto la dificultad para encontrar estaciones con repertorio decente me llevó a pasar a la etapa del discman. A diario seleccionaba un álbum, preferentemente de algo tranquilo, y antes de que terminara de escucharlo perdía el conocimiento. Gracias a esto —amén de la leve deformación del pabellón auricular— hay discos a los que conozco a la perfección por sus primeras 8 canciones, pero que con temas finales con los que estoy poco familiarizado.

Respecto a la postura, soy del equipo fetal. Siempre apoyándome del lado derecho. Llevo años sin poder dormir de otra forma. No por nada una mitad de mi rostro está más aplastado que el otro. Además, sin importar que nos encontremos en la peor canícula en décadas, debo hacerlo cubierto de una cobija. Esto, por lo que sé, es bastante común. Debe ser porque nos sentimos vulnerables cuando tenemos los ojos cerrados y necesitamos que algo nos "proteja".

Hay otros ejemplos que podría contar (como cuando me acosté con los pies apuntando a la cabecera de la cama durante un año), sin embargo, y para no aburrir demasiado, me limitaré a decir el último de todos: dormir con la luz encendida. Antes de que se burlen de mí, quiero explicarles algo para que, si lo hacen, lo hagan por las razones correctas y no por creer que le tengo miedo a la obscuridad.

Pasa que antes de dormir, suelo leer. Tarde o temprano llega un plácido momento en el que el ritmo con el que avanzó las páginas disminuye. De pronto empiezo a confundir lo que el autor dice y lo mezclo con lo que parecen ser fases previas del sueño. Todavía, si me lo propusiera sería capaz, de ponerme de pie para ir a apagar la luz. Pero la experiencia me ha enseñado que los tres segundos en los que tardó en llegar al interruptor son suficientes para que todo el avance se pierda y tenga que empezar de nuevo el proceso de intentar dormir.

He probado con lámparas en el buró obteniendo resultados similares. Comprendí que apagar un foco me quita el sueño, así que he dejado de hacerlo. En la actualidad duermo con la luz prendida y, de vez en cuando, con un libro en la espalda. Lo bueno es que ya dejé atrás lo de la botella de plástico. Lo logré al descubrir que podría recostarme con los brazos cruzados.

6 comentarios:

A.U dijo...

qué cosas, a mi me es tan fácil dormir, pero ahora, de niña si era una tortura porque me llegaba cualquier sonido aunque no fuera de mi cuarto, como la tv mientras mi papá veía las noticias, me tardaba horas pero sólo al comienzo, después si podía dormir.

No sé que pasó que ahora me puedo dormir a la hora que sea, inclusive en mi tiempo más "niniezco" me la he pasada dormida todo el dia, solo despertando para ir al baño o comer un poco y beber para volver a la cama"

Mi record orgulloso ha sido de 16 horas sin ningún tipo de interrupción pero desde que tengo a Leni ya no puedo, ella todo el tiempo me desperta tapando mi nariz con su pata.

Lo que NO puedo hacer es dormir sentada a menos que esté muy enferma o sea un viaje largo

Sin embargo he aplicado en mi cama lo del discman en mi época preparatoriana aunque despertaba porque me lastimaba con el cable de los audífonos

Sheliwirini dijo...

A diferencia de ti yo simplemente no puedo dormir con la televisión prendida, cuando lo intento siempre termino viendo lo que está pasando aún y cuando esté muriendo de sueño. Después igual agarré la costumbre de dormir con música, aunque también a veces me duermo tarde por pasar de canción a canción. Me gusta leer por las noches pero otra vez sucede lo mismo, hay veces en las que las horas pasan, sigo leyendo y el sueño se va.

En cuanto a mis posturas para dormir es también de lado, de chica, según me contó mi mamá, dormía boca arriba con las manos agarradas (como muerta), y decía que siempre iba y me separaba las manos porque no le gustaba verme así. Hoy en día no puedo dormir boca arriba.

Mayiy-Caeliars dijo...

Justamente me pasa igual que a ti, ya hasta se me hace extraño que tengamos tantas coincidencias. Hace un tiempo que duermo escuchando la radio y por eso las baterías se me acaban más rápido. Pero desde unas semanas empecé otra vez a leer libros y se me quita el sueño si hago el pequeño esfuerzo de apagar la lámpara que tengo a los pies de la cama. Algunas veces despierto a mitad del sueño para apagarla. Eso sí, colaboro con el medio ambiente porque es un foco ahorrador.

Memmis dijo...

Yo ya no sé qué hacer para quedarme dormida, no siempre me funciona lo mismo. Cada noche es una odisea. Y ahora, siempre estoy cansada.

Bigmaud dijo...

A.U.: ¿16 horas? Increíble, te admiro. Desearía poder hacerlo. Una vez fantaseé con la idea de dormir por 24hrs, imaginé que al despertar me sentiría, ahora sí, como nuevo.

Sheli: Dormir boca arriba tampoco me parece sano, soy algo paranoico y pienso que puedo ahogarme de esa manera. Ahora, dormir boca abajo, eso sí es una locura, nunca lo he hecho. Me asfixio.

Mayiy: Sí, es desalentador que la sensación de sueño se esfume unos segundos por dedicarse a apagar un foco. Una pena.

Memmis: Lamento que no tengas rituales de ayuda ¡Prueba con un baño caliente!

Saludos.

Pixie dijo...

Mi hermano me compró una de esas lamparitas que venden en el súper que tienen un minifoco y alguna forma graciosa, la mía es de un puerquito.

Desde hace 2 meses dejé de dormir con la luz apagada.