sábado, 4 de diciembre de 2010

Misión escrita

Hace más de un mes les conté de un propósito: el de escribir una novela durante noviembre. Recuerdo que estaba animado, completamente dispuesto a lograrlo, lo cual no tiene nada de extraordinario dado que miles de veces he comenzado proyectos con el espíritu al 100 para luego fracasar estrepitosamente. Me ha pasado miles de veces; comienzo en la cima, y después, a base de tropiezos y desventuras, acabo en el suelo pensando en que jamás debí confiar en mí.

Lo extraño es que ahora, con un proyecto que, para ser exactos, no era fácil, lo logré. El ajetreado fin de semestre, con sus respectivas entregas de trabajos finales, no evitaron que concluyera una novelita de más de 50,000 palabras. Reiterativa, improvisada, errática y lo que sea, ahí está; no cabe duda que si uno está dispuesto a hacer las cosas mal, cualquier cosa es posible.

Comencé fuerte. Los primeros días fueron entretenidos, con la mente fresca llegué a sentirme poseído por el espíritu de Tolstói. A mediados de mes nacieron algunas dudas, nada grave, proseguí a sabiendas de que ninguna obra se concluye sin un mínimo de esfuerzo. Lo titánico llegó en los últimos diez días, en especial en la semana final en el que ocupaciones externas, el mal sueño e infortunios variados me tuvieron al borde del colapso.

Una parte de los concursantes del NaNoWriMo tuvieron la buena idea de realizar esquemas y borradores previos al mes de Noviembre. Yo, al enterarme apenas unos días antes, no tuve tiempo para hacer nada, por lo que todo lo fui pensando sobre la marcha. No es algo de lo que me sienta orgulloso, la escritura exige métodos serios y no sólo sentarse a teclear como loco. Lo que destaco es haber tomado la determinación para hacerlo. La escritura también es arrojo y confianza. No se puede andar por la vida borrando y reescriendo cada línea ideada; no, de vez en cuando también corresponde ser flexible con uno mismo, aunque manteniendo siempre un mínimo de control de calidad.

Varias veces, en especial cuando estaba cerca del final, pensé en tirar la toalla. Me decía que no tenía sentido continuar con algo que permanecería almacenado en un disco duro que, tarde o temprano, reventaría por la descarga continúa de videos de páginas rumanas de dudosa integridad. Cuartillas de tareas pendientes presionaban mi mente, algunas de ellas hablaban para decirme que los estudios eran prioridad. No hice caso.

Cuando llegaba a casa prefería adelantar la novela que ponerme a hacer trabajos de materias que, en el fondo, no significaban nada para mí. Me di cuenta de que rendirme equivalía a prolongar una serie de derrotas que parecían no tener fin. Hubo momentos tétricos; la falta de tiempo me obligaba a escribir en minutos en los que necesitaba dormir. Comprendí que al final valdría la pena, y aunque mantendré Un tipo de 25 en secreto (ni siquiera sé si yo la volveré a leer), me queda la satisfacción de que pude hacer algo que no necesitaba y que nadie me pedía, por el mero placer de demostrar que era capaz.

9 comentarios:

Pixie dijo...

Yay!!!! Felicidades!!!!

Yo hice lo mismo de ignorar los ensayos finales por algo menos productivo, así que no te preocupes, haz hecho algo grande!!

Ahora sólo te falta plantar un árbol y tener un hijo.

Saluditos!!

Bigmaud dijo...

Prefiero beber un bote de catsup que hacer cualquiera de esas dos cosas.

Bedeckt. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Bedeckt. dijo...

Debe ser satisfactorio, mi no haberlo intentado aun.
No deberias mantener "Un tipo de 25" en secreto, a mi me gustaria leerlo, en especial si tiene 50,000 palabras
PD:Jamas revelare mi identidad.
Agh catsup

Bigmaud dijo...

Prometo revelarte medio renglón de la novela si tú haces lo mismo con tu identidad, Blame.

ed dijo...

¿Por qué en secreto? Yo quiero leerla. Me suena familiar la parte de los proyectos inconclusos pero tu novela debe ser realmente interesante. ¿Puedo leerla? :)

Bigmaud dijo...

Tal vez en un futuro lejano, por ahora necesito revisarla y hacer las correcciones que, con toda seguridad, necesita.

Juan Ramón V. Mora dijo...

La sensación de satisfacción que produce el trabajo cumplido es inigualable, y supongo que aun más si ni siquiera hay obligación de hacerlo y sólo se trata de demostrarse cosas a uno mismo. Pero aun así no creo que sea igual de agradable que el placer de postergar las cosas. Al parecer, dedicarse más a alguna de las dos termina por anular la capacidad de disfrutar plenamente de la otra. ¡Felicidades!

As: For You Blue - The Beatles.

Atte: Juan Ramón.

Pixie dijo...

Dude, tienes algo con la catsup... también es de mis condimentos favoritos.

Si es un condimento, no?

Jejejeje me hacen reír tus respuestas, río en medio de una montaña de deberes.... soy tan desidiosa!!!

Saluditos, de nuevo!!