miércoles, 10 de febrero de 2010

No colecciones cosas feas que te hagan ver como un drogadicto

Sin importar cuánto cuidemos nuestra imagen pública llega un momento en el que algo sale mal. Hoy que fui a surtirme de novelas a una librería totalmente raquítica (en donde más que comprar lo que quieres, compras lo que hay) sufrí un ligero bochorno que temo termine con la reputación que había forjado en ese establecimiento en los últimos meses.

Luego de adquirir ejemplares de Boris Vian, Fernando Savater, Alberto Huerta y Eduardo Antonio Parra, hice lo más sensato que se me ocurrió: ir a la caja a pagar. Lamentablemente ya corrieron la muchacha que me había gustado por lo que desembolsar centavos se volvió todavía más doloroso de lo normal.

Aquí quiero abrir un paréntesis imaginario:

Hace unos meses llegó a mis manos una de esas bolsitas de pastillas sabor menta de la marca usher, sí, de las que dan en las taquerías para que la peste se esfume de la boca. En ese entonces me llamó la atención que a manera de galletas chinas modernizadas, el empaque de las pastillas tenía una frase que me gustó:

Más vale perder un minuto en la vida, que la vida en un minuto.


Viéndola ahora creo que no es la gran cosa, pero por algún tipo de locura estacional decidí mantener intacto el mal aliento y mejor guardé las usher en la cartera para coleccionarla. Desde entonces ha estado ahí de intrusa compartiendo habitación con billetes de veinte pesos.

El paréntesis imaginario ha llegado a su fin. Proseguiré con el relato.

Una vez inspeccionados los códigos de barra, la nueva cajera (que no difería mucho en belleza con la anterior, dicho sea de paso) dijo la cifra que debía pagar sino quería ser acusado de robo. Rápidamente tomé mi cartera y el momento tétrico llegó cuando al sacar un billete la bolsita de pastillas mentoladas (que ahora estaban hechas talco por la presión) salieron volando hasta caer en el mostrador. La joven que me atendió imaginó lo peor, y volteó a verme como tratando de adivinar de qué parte de Colombia era yo.



Apenado, tomé las pastillas (de menta) y disimulando traté de restarle importancia.

Hasta recordé este video:

7 comentarios:

Nielssen M. dijo...

Todavía la gente se impresiona con la cocaína? Que retro!

PD: ese video tiene tan poco sentido que me asusta O_O

La música... brr!

Lilith Lalin dijo...

Ese día fueron unas mentas, mañana quién sabe por qué te juzgará el mundo. Lo que sí es que no importa lo que uno haga o guarde, siempre habrá alguien que nos vea feo o nos vea por encima del hombro. Sin embargo, uno mismo es el que sabe el significado real de las cosas y momentos que vive, como por ejemplo, el por qué vale la pena guardar unas mentas hechas polvo.

= ) Saludos

pasketa dijo...

jajajaj eres todo un mario besares... porque obvio a el tmb se le cayeron sus mentas echas polvo :)

weendy dijo...

jajaja el gallinazo? jaja eso que? En fin ps la cara no et ayuda para no sospechar de ti.... lo seinto jaja Saludos!

Anónimo dijo...

disculpame pero encuentro una burrada de lo que te preocupas, digo habran cosas mas importantes que ocupen tu preocupacion no?

Bigmaud dijo...

Nielssen: ¿No veías ese gran programa llamado Pácatelas? El gallinazo es un clásico de la televisión mexicana.

Sofía: Ese comentario está lleno de razón, has dicho muchísimo en pocas líneas.

Pasketa: Preferiría no ser comparado con semejante sujeto, ejem.

Wendy: No sé de qué hablas, mi cara es inocente, casi religiosa. No tengo cara de drogadicto.

Anónimo: El día en que un paquetito de mentas te meta en aprietos lo comprenderás.


Saludos a todos.

Mechicabota dijo...

Esa frase siempre la digo cuando espero un poco más para cruzar la calle o las vías del tren.
A veces uno piensa "bueno, pero si corro capáz que llego", pero "es mejor perder un minuto en la vida que la vida en un minuto".