jueves, 25 de febrero de 2010

Minina

Hay detalles que de pronto hacen olvidar el aburrimiento, pequeño monstruo que siempre está ahí a la espera de ser detectado por la falta de ocupaciones interesantes.

Estoy sentado en el pupitre maltratado por los años. El maestro dicta una clase la cual no puedo precisar. Estoy en otro mundo, sólo que sin moverme del asiento. Es un lugar poco exclusivo, miles de estudiantes sin aspiraciones han reposado ahí antes. No hay tronos, se trata a todos por igual. Un mediocre tiene acceso a lo mismo que yo. Todo esfuerzo es en vano a la hora de llegar a sentarse. Los logros personales dan igual, muchos ni se darán cuenta. Por eso cuento los minutos para poder salir. Ya afuera te puedes distinguir, seguir tus ambiciones. Irte a dormir a una cama a la que no cualquier pelafustán tiene acceso. Te vuelves alguien.

Algo hace que reaccione. La mujer (lo intuyo por su cabello largo y caderas) que está enfrente de mí, acaba de maullar. Como los gatos, sí. O como las gatas, en su caso. Miau. Miau miau. Nadie aparte de mí parece darse cuenta de ello. El maestro sigue hablando, poco importa porque tengo la cabeza concentrada en otras dimensiones. Justo cuando pienso que ese breve instante se trataba de una fantasía, la chica vuelve a maullar. Volteo hacia la izquierda. Luego a la derecha. Soy el único que se da cuenta de la felina hipster que hay entre nosotros.

Quiero desentenderme pero no puedo. El sonido animal se agudiza. Es cada vez más frecuente y fuerte. Miau, miau, miau, miau-miau. Siento un dolor de cabeza espantoso, quiero que guarde silencio. La voz del profesor al menos era irrelevante, como música de fondo a bajo volumen. Tengo que hacer que pare. La muevo ligeramente con la mano.

Voltea.

Ronronea.

Y sonríe.

Tiene dientes. Sin colmillos. El área destinada al bigote está vacía. Se da la vuelta, deja de mirarme y vuelve a maullar. Ha de tener hambre.

Como no se detiene, la empiezo a odiar. Tal vez me convertí en un perro.


5 comentarios:

ontobelli dijo...

Excelente.

Me gusto.

Mechicabota dijo...

No hay nada más placentero que tararear canciones diciendo "miau".
Especialmente la canción de "Two and a half men".

Pixie dijo...

jaja me gustó mucho!!!

yo tenía una compañera que maullaba, y también lo hacía cuando al parecr sólo yo me daba cuenta; estuve a punto de protagonizar la nueva leyenda urbana del "psicótico de la generación" hasta que un buen día lo hizo frente a casí todos los compañeros del salón.

Mi paz y estabilidad mental regresaron coquetamente... sabes a que me recordó tu relato? al Corazón Delator del Sr. Poe

ahhh... Poe... n_n

Saluditos!!

Bigmaud dijo...

Ontobelli: Gracias, saludos.

Mechi: Lo probaré a ver sicierto.

Picsi: Y estaba bonita tu compañera? A lo mejor se escuchaba padre.

Pixie dijo...

jaja si, es muy guapa, tiene todo el perfíl de una persona que no maulla, por eso no estaba padre que maullara...

una persona que hace sonidos de animales fuera de la cama tiene problemas, para mi, tú sabes soy demasiado quisquillosa XD