sábado, 19 de febrero de 2011

Los peores tipos de maestros

-Yo desde luego que no...


He tenido clases con decenas de maestros. Cambios de escuela y elecciones de horarios han hecho que, durante años, desfilaran ante mí una elevada cantidad de docentes de los más diversos tipos. He de señalar que la mala fortuna me ha acompañado. Son realmente pocos los maestros a los que recuerdo con afecto. De la mayoría he aprendido más bien poco, sin que lleguen a compensar el fastidio que supone levantarse temprano para ir a verlos. Gran parte de ellos me han caído bien; no me distingo por ser alguien que se relacione mal con el profesorado: prefiero mantener la diplomacia. Realmente me cuesta pensar en alguno al que haya odiado al nivel personal; a los que he criticado ha sido más por sus métodos de enseñanza que por su comportamiento a nivel humano, aunque debo decir que la mayoría de las veces una cosa va relacionada con la otra, de modo que un tipo nefasto casi siempre equivale un maestro nefasto.

Los patrones suelen repetirse. Creo, sin aventurarme demasiado, que todo el mundo ha tenido, por poner un ejemplo, a un profesor con aspiraciones cómicas que, entre una lección y otra, intenta provocar la risa su alumnado (sin conseguirlo) o a alguno con aires dictatoriales que mantiene atemorizados a los pobres pupilos. Los apellidos cambian, las generalidades se conservan. Auguro que en el siguiente listado de los peores tipos de profesores encontrarán casos a los que ustedes se han enfrentado a lo largo de sus carreras como estudiantes, de modo que no me queda de otra que mirarlos con lástima y compadecerlos.


  • Los que obligan a exponer.

Vaya crimen cuando un maestro delega la responsabilidad de enseñar a los alumnos. He tenido varios de estos. Un día llegan, taza de café en mano, y reparten temas para que los alumnos expongan. Así, sin ningún curso inductivo previo, uno tiene que idear una exposición de una hora sobre un tema del que no sabes ni papa. Varios traumas nacen cuando, por inexperiencia, se cometen tropiezos que, una vez acumulados, se convierten en ridículos. El profesor, desde un pupitre, muy quitado de la pena es testigo de cómo la vida social de un niño se va al carajo por la presión que supone enfrentarse de golpe a un público que se divide entre lo indiferente y lo cruel. El pretexto que suelen poner es que así investigas y aprendes más sobre el tema, algo completamente falso, dado que la investigación suele limitarse a una inspección entre los archivos de Wikipedia para ser copypasteados, hipervínculos azulados incluidos, en horribles diapositivas de PowerPoint que de lejos ni se alcanzan a ver. Apenas el semestre pasado tuve una materia así, en la que el maestro repartió temas y temas para que el curso completo fuera impartido por nosotros mismos. Una pena, ya que cuando él hacía algún apunte se notaba que sabía. Las exposiciones fueron un fiasco mayúsculo de las que no aprendí absolutamente nada.

  • Los que ponen películas.

Caso similar al anterior, están los que en vez de preparar una clase, van y rentan una película. Si en el salón hay una tele, la pone ahí mismo, si no, te lleva al auditorio o a algún salón donde, con un rebuscado pretexto, se justifican y se libran de hacer el trabajo por el que les pagan. "Es que en Monsters, Inc. vemos al humano enfrentando a sus miedos y a la competencia laboral que hay dentro de una empresa, nada mejor para ejemplificar lo que hemos estado viendo en nuestras sesiones de economía". Hay veces que se esfuerza en disimularlo poniendo un documental. Y ya, como es un documental, se sienten grandes catedráticos mientras estudiantes patéticos miran con falso interés los videos aburridísimos que ponen. Como material de apoyo está bien, el problema llega cuando se abusa del recurso convirtiendo lo que debería ser una clase en un videoclub con films pésimamente seleccionados.

  • Los que quieren estar en "onda".

Con el objetivo de ganarse a los alumnos, hay sujetos que se hacen cualquier cosa. Decir groserías, por ejemplo. Al decir una, sienten que rompen paradigmas ancestrales y que revolucionan el sentido de las relaciones alumno-maestro. A ellos les tengo una noticia: son ridículos. Los adultos que se quieren comportar como jóvenes son seres de la peor calaña, ya que, antes que nada, se les nota forzados, además de que fallan al imitar a la juventud de su época (la de los 80) en vez de a la actual. Los ves ahí diciendo aberraciones del calibre de "Está suave", "Qué hongo, ¿cómo estuvo el reventón?", "si chupan no manejen" mientras hacen movimientos armónicos. También les da por hablar de sexo y mencionar la palabra "condón" para demostrar que nada les escandaliza y que, por tanto, son cercanos a nosotros, o, peor, que no tienen pelos en la lengua. Brrr. Pensar que hay quienes se las compran y acuden con ellos cuando tienen algún problema para contar me entristece.

  • Los demasiado jóvenes/ los demasiado viejos

Unos por inexpertos y los otros por caducos. En general prefiero a los segundos ya que resulta imposible no sentir simpatía por los ancianos. Generalmente son monos. Es verdad que hay personas jóvenes con aptitudes para la enseñanza. Lo malo es que hay detalles que sólo se afinan con la experiencia. Le podrán echar ganas pero es inevitable mantener reservas por alguien que tan sólo te supera por seis años de edad. ¿Qué tanto puede saber un hombre que apenas se acaba de graduar? A veces mucho, a veces poco. La verdad es que hay profesiones en las que la madurez es necesaria para sentir confianza. Doctores, taxistas, cineastas... los preferimos entrados en canas por diversos motivos, aunque varios de ellos rocen en el prejuicio. Ahora bien, todo exceso es malo, y cuando se rumorea que el hombre que imparte clases es octogenario, se despiertan dudas respecto a qué tan actualizado se encuentra en cuestiones académicas. El mundo avanza a pasos agigantados y lo que hace décadas era válido ahora puede no serlo. No olvidemos que hace apenas unos ayeres la tierra era plana.

  • Los estrictos.

Si te pones de pie, hay tabla. Si tienes una pequeña charla con el de a lado, hay tabla. Si quieres ir al baño, hay tabla. Si estornudas, hay tabla. Si te ríes, hay tabla. Si te quejas, hay tabla.

La autoridad es necesaria, en especial en aulas pobladas por imbéciles. Hay, eso sí, que modularla para que ésta no interfiera con la mínima libertad que merecemos todos. En pocas palabras: reprender a quien de algún modo boicotee la clase, no a quien simplemente haga uso de la vida.


***

¿Se me olvidó alguno? ¡Seguramente! No tema en denunciarlos.

7 comentarios:

Bedeckt. dijo...

Los que llegan borrachos, los que bajan puntos a diestra y siniestra, los que te gritan pero así es su voz, los que no saben nada y ya, son todos los que siento que faltan :D
Bye

Juan Ramón V. Mora dijo...

Híjole, la lista es prácticamente interminable.

As: New Orleans Stomp - Louis Armstrong.

Atte: Juan Ramón.

A.U dijo...

Los que obligan a exponer.
Yo apoyo a estos bueno a los que me tocaron que en su momento no habia tanto en internet asi que pasabamos muuucho tiempo en la biblioteca, aunque si era una joda exponer.

Los de las pelis si los odié, y más aún los que decian groserias, albureaban etc, tuve uno asi de matemáticas que preferí pasar la materia en extra porque o te llevabas con él o usabas minifalda para pasar (no gracias)

Yo denuncio a los que obligan a que todo, pero TODO sea en equipo, no hay nada más irritante que tener que estar yendo a casa de personas o que vayan a la tuya para que al final cotorreen se repartan partes y hagan un licuado de un trabajo bastante trespesero

Roberto Flores dijo...

Yo siempre lo he dicho, por cada 20 alumnos hay un maestro a quien criticar, imitar, odiar, etc. No obstante, cada maestro tiene a 20 alumnos para hacer prácticamente lo mismo que sus alumnos.

@doulaM dijo...

si definitivamente falto uno y son los peores ... los que no dominan el tema que dan y nisiquiera preparan la clase .. es el clasico que te dice cual es el tema de la clase y solo llega hasta ahi y el resto del tiempo se lo pasa platicando con los compañeros... asi tengo una ahora, por desgracia me da dibujo tecnico.. el tema son los isometricos.. no es que no me pueda bajar un manual de 3D de la red.. de hecho ya lo hize pero entonces para que diablos esta?' para vigilar que no platiquemos o que ?? hacer un dibujo en el pizarron y decir haganlo en 3D sin haber enseñado absolutamente nada y vanagloriarse de lo que le entregamos hecho es la peor clase de maestro que existe ¡¡¡

lucho dijo...

Se vive muy bien como profesor de la pública, pasan de todo y el nivel que enseñan es tipo chimpancé.

seaver dijo...

Profesores de mierda

Todos hemos tenido alguna vez uno o varios profesores de mierda. A continuación pasamos a explicar qué rasgos tienen los llamados profesores de mierda.

Estos rasgos no implican a todos por igual, los hemos agrupado aquí todos pero unos pueden tener solo uno de ellos de toda la relación que aquí adjuntamos.

- Son distantes. Ven al alumno como una amenaza
- Son vengativos. Si los puteas te ponen ración doble de ejercicios y pueden hacerte repetir curso si les sale de los cojones.
- Pegan ostias. Esto ya en desuso, era un rasgo de los más primigenios.
- Se burlan del alumno. “Martín, habla mas alto, que pareces bujarrón”.
- Son impacientes. Quieren las respuestas del alumno rápido o pasan a otra victima.
- Son controladores. Si te preguntan el resultado de una ecuación que tienen escrita en la pizarra y te distraes en otra cosa te cae encima un huracán. “¡No mires el reloj, responde a lo que te pregunto!!” De muy mala ostia y mala cara.
- Se creen que su asignatura es sagrada y acojonantemente importante, cuando al alumno le parece una jodida maría para fumar.
- Te cuentan que lo pasaron de puta madre cuando fueron jóvenes y que se corrieron una juergas de la ostia cuando su cara es un regla de tres inversa.
- En otro orden, es el supersimpático y enrollado pero que no explica una mierda. Sus clases son una vuelta al jardín de infancia.
- El nacionalista. Ese que da sus clases en dialecto de ganímedes hasta para ir a cagar y que lleva un palo de escoba clavado por el culo.
- No aceptan diversión. Al primero que pillan riéndose o jugando entre medias del transito de dos profesores de asignatura lo llaman para “invitarlo” a un parte disciplinario en el despacho del director.
- Examen sorpresa madafakas. No tienen necesidad de dar explicación cuando se sacan de la manga un examen de 30 preguntas “Es para ver que llevais las cosas al dia y no me engañais”