martes, 4 de enero de 2011

Fotocopiadores

El doctor me prohibió creer en la generación espontánea. Partiré con eso: diciendo que no existe algo que surja de la nada. Aquello que nos empecinamos en llamar "original", no es más que la acumulación de influencias que, veladas o no, acabaron culminando en una obra distinta. A partir de una base se agregan rasgos propios que separan a la creación del plagio. Cada uno de nosotros va, a través de los años, adquiriendo trozos de las personas que pasan en nuestro camino , en especial de aquellas que por medio de una palabra, un dibujo o una actitud nos cautivan. Instintivamente procuramos aproximarnos a eso que admiramos. Los conceptos claves del aprendizaje están casados con la imitación. En especial en la infancia, periodo en el que, a partir de la observación nos forjamos de una personalidad. Malos padres aseguran malos hijos y malos hijos aseguran malos nietos.

Cuando el talento acompaña a una persona, podemos maravillarnos fácilmente con ella. No es necesario que lo que haga sea completamente nuevo, sería egoísta creer que un logro nos corresponde por entero a nosotros. Incluso los descubrimientos científicos que mueven por completo al mundo, surgen gracias a que previamente hubieron decenas de investigaciones a cargo de otras personas en el olvido, que sumadas una nueva perspectiva y un toque maestro llegan a la culminación, esa que sale en los periódicos y donde el crédito se lo lleva (merecidamente) un nombre. Cuestión de medidas; hay casos en los que las influencias son vitales y otros en los que apenas se adivinan.

Lo importante es ser siempre honestos y, a partir de referentes bien seleccionados, elaborar algo en donde también dejemos algo, que aunque pequeño, haga crecer esa bola de nieve que hace la sociedad progrese.

Hay personas que no lo hacen; se limitan a plagiar, a atribuirse el esfuerzo de otros. Cuando se hace de manera descarada es fácil señalarlos, y si se hace lo suficientemente rápido el daño es leve. Lo complicado llega cuando la apropiación se hace de manera tan discreta que sólo el afectado parece darse cuenta. Esto no solo se manifiesta mediante la copia de las creaciones ajenas, hay casos en los que directamente se llega a adquirir características de la personalidad de otro individuo con tal de, directamente, llegar a ser alguien. Así, cualquier monito totalmente gris, de pronto empieza a hacer uso de —por exagerado que parezca— palabras, gestos y hasta los gustos particulares del prójimo. Esto no tendría nada de malo si existiera de por medio un reconocimiento, aunque fuera una palabra, que de vez en cuando manifestara el agradecimiento a la fuente de la que se bebe, la cual quizás tardó años en descubrir todo aquello que lo conforma, y que ahora se ve usurpado por alguien más, que en el peor de los casos acaba recibiendo un reconocimiento que no le corresponde.



En definitiva, hay que aprender de muchos personajes y lugares aportando simultáneamente una identidad propia. Un ser limitado tiene por costumbre agarrar alguien como modelo hasta absorberlo por completo. Es lo más sencillo, no requiere nada de esfuerzo y sí un ausencia de ética.

Mi admirado Enrique Jardiel Poncela decía lo siguiente de Miguel Mihura a propósito del robo velado del que les hablo:

"La contumacia con que Santos viene utilizando en sus cuentos aquellos resortes, sorpresas, trucos, giros, mecanismos, equivalencias y desplantes que yo ideé para mis propios cuentos, me obliga ya a decirlo en público, pues necesito tranquilizar mi espíritu, conturbado por la idea de que algún día surgiese un lector nuevo que, desconociendo mi labor antigua, llegare a suponer que era yo el influido por Santos, lo que me sería intolerable. [...] Ni llevo mala fe, ni he pensado nunca en hacer a Santos la trepanación: simplemente defiendo lo que es mío."

En los últimos meses me ha embargado un sentimiento parecido. De pronto me he visto desvalijado por seres que, tomándome como plantilla, van por la vida aparentando ser lo que yo soy. Lo peor: ni siquiera tienen la decencia de saludarme cuando los veo en persona ni de invitarme un café para continuar educándolos cómodamente con música de fondo. Debo decirles a ellos (yo sé que me leen, en secreto), que hasta donde aprendí, gracias a las papelerías, todo el que copia, debería a al menos pagar los 50 centavos correspondientes.

Ellos no lo hacen. Al contrario, van tan campantes con las seguridad que les proporciona el trabajo ajeno.

Al igual que Jardiel (fíjense qué bonito es darle el honor a quien lo merece), indico todo esto sin acritud; a veces incluso siento  ternura por este motivo, y otras veces, lo reconozco, algo de frustración. Ver lo que a te ha costado una vida (estilo, gustos, modos), ser pirateado por alguien más es algo francamente indeseable, en especial debido a que ellos no aportan nada que pueda significar un sano intercambio de conocimiento.

Dicho sea de paso, y para que no digan, debo revelar que hace tiempo escribí algo, que sin saberlo, se aproxima dramáticamente a un plagio.

En el post "una buena salsa" puse lo siguiente:


Me rendí. No era mi día, no era mi semana. No era mi mes, ni siquiera mi año. Probablemente no fuera mi década ni mi vida. Cuando reencarne en una oruga todo irá mejor. Ahora pago el karma que debo, luego vendrá la gloria y terminaré siendo una bella mariposa que, con suerte, podrá ser disecada.


Lo que está en negritas (y que ya había tuiteado mucho tiempo atrás) es casi idéntica a una frase de Bukowski que dice:

No era mi día. Ni mi semana, ni mi mes, ni mi año. Ni mi vida. ¡Maldita sea!

No lo sabía, hasta que hace poco vi que a uno de mis contactos en Facebook le había salido en una aplicación Chinaskiana. Ahí queda, no sé en qué libro de él salga, el caso es que sin darme cuenta me aproximé a lo que alguna vez opinó, y no viene mal comentarlo ante ustedes.

Ojo, tampoco se trata de andar atemorizado por la vida, indicando a cada paso de dónde provenimos. También soy fan de las referencias (hago uso constante de ellas) y de homenajear sigilosamente a quien convenga, siempre, claro está, con moderación. Lejos de pretensiones. Con la mira fija, básicamente, en ser nosotros mismos.

5 comentarios:

Pixie dijo...

Lo escribes con mucha propiedad y es bonito, sin embargo, siendo víctima también de un par de fotocopiadores sólo me puedo estacionar en lo desagradable que es perder algo que es tuyo y te costó formular en manos de alguien que lo botará cuando encuentre algo "mejor".

No lo sé, éste tema de la identidad me hace sacar las uñas, no lo tolero, ni siquiera si lo pienso como que quien lo hace es alguien tan gris y vacío que lo necesita, no puedo, lo odio...

Ya, ya, mucho desdén por hoy. Buena noche!!!

pd. No te dejes!!

Bedeckt. dijo...

El plagio hace llorar al niño Jesus :3.
He escuchado de muchos plagios, como el de la cancion wonderwall y una de greenday.
Se deberia poder demandar por plagio de identidad jaja

Miucha Malicieux dijo...

El plagio es usado por monitos sin ingenio y mucho tiempo libre :3

Luzbel se enoja por eso :D

Sha la la la la(8)

Bigmaud dijo...

Pixie: Hay gente que no lo alcanza a comprender, veo que tú sí. Con razón te copian.

Blame: Sí, si no es por uno, que al menos lo hagan por el niño Jesús.

Miucha: No diga cosas del diablo, muchacha.

Juan Ramón V. Mora dijo...

¡El mundo bizarro!

Atte: Juan Ramón.