domingo, 9 de enero de 2011

Ansia de coleccionista

Horrible lugar. Horrible comida. Horrible la decisión de pararnos ahí.

Nos vamos. Antes de salir veo una mesa recién desocupada. Está la propina. Hay una moneda brillante de cinco pesos. Es de las conmemorativas del Bicentenario. Yo las colecciono. Tengo unas cuarenta. Dos semanas atrás había visto en un tianguis a un viejo que vendía cada una a sesenta pesos. No hice cuentas porque no las planeo vender. También porque soy malo para multiplicar.

La moneda brilla.

Un billete de veinte.

Más una moneda de cinco.

Es mi momento.

Saco una moneda de diez de mi bolsa. El plan es intercambiarla por la del bicentenario. Están escaseando. Los tenderos ya no las sueltan con la facilidad de antaño. No hago nada malo. Tiene su riesgo, sí. Volteo a la izquierda. Volteo a la derecha. No veo a nadie. Suelto los diez pesos. Escucho algo.

-¿Se le ofrece algo, señor?

Volteo hacia atrás.

-Ahí le dejé algo más. La gente es muy tacaña.

3 comentarios:

Xavier dijo...

Jaja, me recordó a un pequeño fragmento de una película vieja, tal vez de Chaplin. Espero que las caras hayan sido así de expresivas. Saludos!

Pixie dijo...

Jajajaja awww mi vida!!!! Le hubieras dicho "si, quiero cambiar la moneda", no creo que te hubiera dicho algo malo, a lo mejor visto feo, pero no dicho algo malo...

Jajajaja cuántas tienes a todo esto? Mis amigos me invitan helados a cambio de mis monedas :P

Saluditos!!

Miucha Malicieux dijo...

:D Te daría la que tengo yo, pero hoy descubrí que esa moneda en combinación con una resotera da como resultado un arma mortal para cazar cholos.

Probaré con una pila AA y si funciona te a daré :3

-3- la la la(8)