viernes, 20 de enero de 2012

Apenas te distraigas

Tuve que ir a un cibercafé para recordar lo deprimente que es un lugar así. Es triste saber que hay gente que sigue viviendo sin internet en casa, usando teclados antes manoseados por desconocidos, muy probablemente aficionados a comer alimentos grasosos sin animarse a usar gel antibacterial después. Imposible saber cómo le hacen para estar a gusto en territorio lleno de espías, con empleados vigilando que no entres a páginas indebidas y vecinos en computadoras aledañas dispuestos a ver lo que escribes apenas te distraigas.

¿Cómo hacen los dueños para sacar ganancias? 10 pesos la hora cuesta estar perdiendo el tiempo ahí. No es mucho, he visto que tienen pocos clientes. El recibo de la luz por su parte debe ser costoso. Quisiera conocer las estrategias con las que estos lugares logran mantenerse a flote. Acaso los administradores sean personas de altos recursos económicos que tienen asegurada la vida, siendo que prestan el servicio sin otro afán que el de la caridad para las personas necesitadas que no tienen conexión en la comodidad de sus hogares. Con las papelerías pasa igual, ¿pueden realmente pagar la renta con la media docena de monografías de cincuenta centavos que venden al día?

Sacar copias debe ser el peor trabajo del mundo. Se nota que es aburrido y que la retribución económica es apenas simbólica. Poniéndome en sus zapatos, creo que el precio justo por una copia debería ser de cinco pesos. Cumplir una función tan monótona merece una compensación de proporciones enormes. Sugiero que quienes se dedican a esa labor heroica tomen vacaciones en la playa cada que puedan; la vida es muy corta como para andar viéndola en blanco y negro.

Decía, me vi obligado a ir a este cibercafé. Noté que estaba arruinado. Sentí ternura al ver que detrás del demostrador había un estante con productos a la venta. Entre las linduras se hallaba una copia original de Windows 98 tasada en $800. La caja estaba desgastada con una pérdida de color propia de una exposición prolongada al sol. Con un precio ligeramente menor, tenían la versión 9.0 de Corel WordPerfect, lanzada originalmente en tiempos cuando aún era tolerable conocer gente que no conociera la importancia vital del clic derecho de un ratón.

Aparte de unos cartuchos de tinta descontinuados, el objeto más preciado, el ya no va más, lo último de lo último, era una memoria usb con la friolera de 256 megas de capacidad ofrecida a cambio de 400 pesitos. Quizás el dueño cree que algún día llegará un príncipe montado a caballo con la misión de comprarlo todo. El valiente no se rinde, jamás desechará esa mercancía. Sin importar las burlas constantes, mantendrá el talante. Los productos se quedarán donde están. Es importante hundirse junto a nuestros principios. Se debe pagar el precio por mantener vivos los sueños.

Luego de ser notificado del precio que tenía que pagar por las ocho impresiones que hice, abandoné el lugar escandalizado por los exorbitantes precios, al igual que conmovido por lo aferradas que pueden llegar a ser las ilusiones.

5 comentarios:

Xavier dijo...

Volumen. Los servicios son deducibles de impuestos y son negocios pequeños que no tienen que administrar tanto. Te sorprenderías de lo noble que son como negocios, aunque si tiene qué ver mucho la localización. Y nunca falta el pobre diablo al que se le hará una ganga el Windows 98. Es una apuesta a la ignorancia. Pero si deberían de desinfectar más sus teclados.

Sheliwirini dijo...

Oh, recuerdo cuando iba a esos lugares. Eran toda una novedad en su tiempo.

Sacar copias, a eso me he dedicado en mi Servicio Social, que triste, y sí, es demasiado aburrido. Espero que me pongan a hacer otras cosas, pero como soy la nueva, hago lo que los demás no quieren hacer..

Saludos.

Pixie dijo...

Tu ciudad está llena de contrastes, en Querétaro es imposible encontrar una monografía [aquí les dicen láminas, nunca me gustó ese nombre] en el módico precio de 50 centavos.

Las esperanzas, amo a esas pequeñas. n_n


Saludirris!!! Jaja

Juan Ramón V. Mora dijo...

Yo no tuve computadora en casa hasta hace seis años. Antes de eso todas mis tardes eran gastadas en cibercafés. La última vez que entré a uno fue hace unos meses, a uno casi tan decadente como el que describes. Me hizo preguntarme cómo podía soportar lugares así en aquel entonces.

Atte: Juan Ramón.

Bigmaud dijo...

Gracias por sus comentarios, me queda claro que se tratan de lugares un poco deprimentes, aunque sí, bastante nobles e ideales en caso de emergencia.

Saludos.