martes, 14 de junio de 2011

Tener 40 años

Quiero decirte algo rápido: me gustaría tener 40 años. Esa gente que habla de lo bonito que es la infancia y la juventud seguramente jamás tuvo carencias y, probablemente, ahora tienen un trabajo de mierda. En lo que a mí toca, debo decirte que preferiría saltar esta etapa para seguir a la siguiente. Ya me he resignado: estudiar no es lo mío, como tampoco lo es depender económicamente de alguien. Lo que yo quiero es despertar por las mañanas, bajar a ver el desayuno preparado por mi esposa, que está en bata y sirve algo de fruta. Decirle que no tengo tiempo, que llegaré tarde al trabajo y que me conformo con el café y algo de pan tostado. Afuera el jardín con nuestro perro, al que le gusta acercarse para ser acariciado. Paso la mano sobre su lomo y monto el auto. Recorro las calles: los peores problemas son los de tránsito. Nada grave. Llego a un trabajo que amo, con gente agradable y una secretaria guapísima a la que contraté no por su físico, sino por sus habilidades. Jamás podría estar con ella por quiero mucho a mi esposa. Es lo que deseo. Tener 40 años y llevarme bien con mi jefe, un señor ya mayor del que aprendo lecciones de vida mientras platicamos en su oficina tomando un whisky. Lo tengo claro: salir del trabajo con el ánimo alto. Llegar a casa y cenar con mis hijos. Niño y niña. Que tienen tarea, que tienen un promedio de 8.4. Mira, no me gusta este ritmo de vida cuando lo que deseo es estar acostado en la cama, mirando la tele con el volumen bajo. Sin poner atención, simplemente en modo relajado. Tomar una ducha, lavarme los dientes, tomar un vaso de agua. Leer el libro que tengo el buró. El que he no he logrado terminar luego de tres meses porque lo leo a un ritmo de cinco páginas por día para después caer dormido. Y al otro día despertar descansado, y darme cuenta es domingo o sábado y que el sol pega lo suficiente para comer en el jardín. Con nuestro perro y la comida que más nos gusta.

5 comentarios:

Gabby Neumann dijo...

¡Hola! Recién empiezo a leer tu blog. Me gusta tu forma un tanto cuanto pesimista -por no encontrar un adjetivo mejor a estas horas- en la que escribes.
En fin, me da la impresión que tú lo que quieres es ser un hombre de 40 en los 60's. Me dio toda la finta del matrimonio de película de aquéllas épocas.
Me animé a comentar en este post porque en cierta forma creo identificarme. Eso de querer saltar etapas para llegar a una meta anhelada. De tener ya la imagen clara y nitida de lo que se quiere, pero la fiaca épica que representa tener que pasar todos los procesos para llegar a eso.
Me la pasO esperando llegar también a otra etapa, pero mucho temo que en cuanto llegue probablemente me la pase deseando regresar a alguna anterior o esperando otra aún por llegar.
En fin no creo que hayA con que conformarse.
Perdón por el debraye, ¡Excelente blog!

Lustucruma dijo...

A los cuarenta, se ve tan lejano. Lo describes muy placentero.

Anónimo dijo...

Curioso que cuando vengo a leerte imagino lo que escribes nítidamente.
Saludos!

Miucha Malicieux dijo...

Lo de los patos fue cuando tenía cuatro años, están deformes los de ese parque, eran muchos y por su cuello podría jurar que estaban de mi tamaño... Es eso o el que vinieran por montones hacia mí fue lo que me hizo correr xD

Lindo modelo de vida, aunque muchos preferirían el de Hugh Hefner :P >w< Ese viejito es la onda \(°w°\)

Bigmaud dijo...

Gabby: Tienes razón, y también lo pensé al escribir esto. Probablemente en la siguiente etapa extrañe esta, tendemos a divinizar aquello que no tenemos o que desconocemos. Igual me aterra pensar que lo que venga es peor que lo de ahora. Gracias por tus palabras y por el gatito de tu avatar.

Leslo: Esperemos lo sea.

Mercy: Intentaré ser más misterioso.

Miucha: Quizás era el mismo parque, al que me refiero ahí es uno de Aguas, de una vez que estuvimos ahí.

Saludos.