viernes, 17 de junio de 2011

La mejor cena de su vida

Estaba en una oficina con la psicóloga de la secundaria en la que cursaba hace siete años. Las bajas calificaciones y los constantes retardos (rompí el récord de la escuela, llegando tarde durante un mes entero viviendo a 10 minutos de distancia) me tenían ahí. Era presa de cierta incomodidad, la mujer era guapa y noté que movía rápidamente el iris de izquierda a derecha mientras me miraba. No he visto otra persona que pueda hacer lo mismo.

—Tu problema es que necesitas de motivaciones. De poco sirve que te regañen cuando llegas tarde o cuando repruebas. Por lo que te he visto, resulta evidente que estás desanimado. ¿Hay algo que te inspire? Me gustaría saber qué es lo que te impulsa a salir de tu cama por las mañanas. No te estoy regañando, aquí tenemos la responsabilidad de ofrecer un entorno agradable y próximo con el fin de que ustedes los alumnos asistan con gusto. Puede que estemos fallando, si te sintieras cómodo con nosotros te aseguro que siempre llegarías temprano. Necesito que hables, dime algo, dime cómo podemos ayudarte.

No le dije nada. Lo comprendió. Me dejó salir.

La rubia tenía razón. Soy alguien que depende en demasía de los estímulos. Cualquier detalle (o la ausencia de éste) influye mucho en mí, aunque no quisiera. Desde lo mínimo que puedan imaginar. Por ejemplo, un "me gusta" en Facebook. Algo tan pequeñito e insignificante me revienta. Si pongo alguna frase o un video y no recibe ningún pulgar arriba, me desanimo. Es estúpido, lo sé, pero no puedo remediarlo. Existe una diferencia entre recibir 8 megusta y algunos comentarios, que ver tu publicación vacía, tal como la pusiste. Mi cabeza empieza a volar, realizo conjeturas, siento que algo he hecho mal. Pienso en la cara de mis contactos diciendo:

—Jajaja, pobre imbécil pensó que al publicar esa fracesita recibiría muchos likes. Jajaja, te equivocaste, perdedor. Jajaja.

Pasa algo similar con este blog. Hay veces en que a falta de motivaciones, tengo que inventarme algunas. Quiero decir, cuando escribo lo hago por gusto, pero hay una diferencia entre hacerlo en privado y hacerlo en público. Es difícil que pase un día en el que no escriba. Siempre hay algo, una pequeña carta, un poema, un cuentito. Los dejo en un rincón secreto que tengo por ahí reservado para lo más importante y penoso que he escrito. Aun así, uno debe exhibirse un poco y, como les decía, a falta de motivaciones reales, me invento algunas para conseguirlo. La semana pasada me dije: "si publicas algo, un niño pobre se encontrará un torta de cochinita pibil. Será la mejor cena de su vida". Y me animé y escribí. No requerí de que nadie más me impulsara, pude hacerlo por mi cuenta. En la vida tienes que escarbar tus propios espacios, aunque siempre te lamentarás que no exista alguien que te eche una mano.

6 comentarios:

Miucha Malicieux dijo...

>w< Para que te animes entrarè diario a Facebook para darle like a todo lo que publiques, va? :)

Acid Trip dijo...

En lo personal, me gusta mucho como escribes. Sonará algo psycho pero a diario entro a tu blog con la esperanza de ver algún post nuevo. Me agrada como escribes, siento mucha empatía en la mayoría de las anécdotas, cuentos o lo que sea.

Bigmaud dijo...

Miucha: No vale, es trampa porque lo viste en este post.

Acid Trip: Entra cada tres días, mejor. Más sano.

Pixie dijo...

Bueno ya, te quiero de nuevo a ti. El último párrafo es bellísimo, me robaste una sonrisa, sobre todo porque tienes toda la razón.

Saluditos!!

J. dijo...

Bigmaud. Hace alrededor de un mes me leí todo tu blog, desde la última entrada hasta la primera, fueron muchas buenas madrugadas, gracias.

Bigmaud dijo...

^Pixie: Qué bueno que volviste :D

j: Muchas gracias. Y qué aguante, oye. Ni yo podría leer los viejos posts, me dan mucha vergûenza.

Saludos.