jueves, 9 de junio de 2011

Estoy perdiendo el oído


Mi abuela está siendo cuidada por enfermeras las 24 horas. Tiene 92 años. Aprovechando las vacaciones, vine a visitarla por algunos días. Relaja estar aquí, conviviendo con familiares a los que veo poco. Se trata de un lugar pacífico. Puedo hacer lo que me gusta sin ser molestado. Leo, veo películas, escucho música, escribo para mí.

Ayer bajo a cenar algo. Pan tostado y leche con chocolate. Ya es tarde. Acompaño a una de las enfermeras que también está comiendo. Lupita, se llama. Mujer joven, algo parlanchina. Yo perdí las ganas de platicar hace año y medio. Lo considero una pérdida de tiempo. Prefiero estar en silencio. Y no lo hago para poder escuchar, que eso ya tampoco me gusta. Lo que quiero son mis pensamientos, o dejar la mente en blanco. Esto último es complicado así que tengo que conformarme con lo de los pensamientos. Los menos posibles. Así tiene que ser cuando la mayoría de ellos son negativos. La enfermera lleva 10 minutos hablando y no sé que está diciendo. Pasa mucho últimamente. Alguien abre la boca y luego de unos minutos reacciono y me pregunto: ¿qué carajos me está contando? Pierdo el hilo. Resulta terrible porque si te hacen una pregunta no sabes qué decir, o respondes con monosílabos, que ya en sí mismo es muy arriesgado. ¿Qué tal si contesto que "sí" a una pregunta que iba sobre la castración de cachorros? No tengo nada personal en contra de ellos, joé. Cuando respondo juego a la ruleta rusa. A veces digo , otras veces no, sin saber siquiera de qué va la conversación. He tenido suerte hasta ahora, suelo atinar. Pienso que he de haber adoptado esta actitud por una larga sucesión de charlas intrascendentes. Charlas que no cambian en nada mi vida. Charlas que no van a ningún lado. Charlas que no traerán el fin del hambre en los países pobres.

Como el pan tostado lentamente. En eso ando cuando siento una descarga eléctrica en mi interior. Reacciono y escucho decir a la enfermera:

—Se dice que para el 2020 4 de cada 5 personas tendrán Sida en el mundo.
—¿En serio?
—Sí, lo leí en una revista.
—Interesante.

Hace año y medio le habría dicho que eso era imposible. Le habría preguntado de qué revista sacó esa información disparatada. Las palabras salen de livianamente de algunas personas. Sueltan despropósitos y después dicen que lo vieron "en internet", como si internet fuera un libro de 200 páginas completamente certificado. O como Lupita, de "una revista", que lo mismo puede ser National Geographic que el semanario de lo Insólito.

Ahora me quedo callado y dejo que ella siga iluminándome. De qué me sirve andar corrigiendo a desconocidos. Que sea otro el se encargue de ello. De cualquier forma nada cambiará y si lo hago, probablemente no me haga caso, siempre existirá la necedad. Soy exigente con las personas a quien quiero. Con mi familia soy duro y a veces me porto de mala forma. Lo hago sin querer. Deseo lo mejor para ellos y por ello actúo desproporcionadamente. Lamento ser así, de verdad. Pero deben saber que trato peor a quienes no me importan. A ellos ni les hago caso. Dejo que sigan su camino. No interfiero. Alguna vez fue diferente, trataba de dejar una impresión positiva en ellos. Me cansé y ya no lo hago. Es poco efectivo y la mayoría de las veces acababa peor. Te llaman criticón o te encajan insultos del peor tipo.

Termino el pan tostado y permanezco en la mesa unos minutos extra. Sin decir una sola palabra. De verdad no sé cómo llegó al tema del Sida, ni sobre qué continuó hablando después. Me cae simpática, de cualquier forma. La enfermería es una profesión noble y honrada. Lupita lleva un turno de 12 horas para atender a alguien con quien no tiene ningún tipo de vínculo personal. Se lo agradezco. Y la escucho. Juro que pongo todo mi esfuerzo para lograrlo.

6 comentarios:

carla dijo...

=)

Miucha Malicieux dijo...

Eso me baja los ánimos para un día hablar contigo en la calle... En realidad no >w<

Acid Trip dijo...

Tengo todos los síntomas, creo que también lo estoy perdiendo.

Juan Ramón V. Mora dijo...

Es que lo más difícil no es hallar conversaciones trascendentes, sino buenos interlocutores, que ya son casi imposibles de hallar. Yo con los únicos que me niego a discutir es con los CREYENTES, porque por algo se llaman así y nunca van a dejar de serlo por más argumentos racionales que les des.

As: Girl From The North Country - Bob Dylan.

Atte: Juan Ramón.

Yareli dijo...

La mayoría de la gente se toma a mal la crítica, diste con un punto importante, se critica quello que se ama, lo que importa...casi nadie lo entiende así. Por eso el nacionalismo es tan jodido...por eso la gente se conforma con tan poco.

Es un trabajo duro, pero alguien tiene que hacerlo, el sucio no, me molesta no tener las manos limpias.

Bigmaud dijo...

Carla: :)

Miucha: No seas mala conmigo.

Acid Trip: Suerte con la ingeniería en audio.

Compañero: Con los creyentes hay que hablar de otros temas. No todo en la vida es entablar debates sobre ciencia y religión.

Yareli: Igual confieso que yo también reacciono mal ante la crítica y sólo la acepto de gente a la que aprecio/quiero. Al menos tengo el cinismo de reconocerlo.

Saludos.