sábado, 18 de junio de 2011

Compro acciones de Telmex

Fui a comprar algo a la tienda de abarrotes que queda cerca de la casa. En el camino vi un poste con un letrero que decía:

Compro acciones de Telmex
7778-499819

He visto muchos similares a lo largo de mi vida. Son un misterio que me intriga. Nunca he entendido por qué anunciarse de ese modo, así como nunca he sabido si la gente común y corriente tiene acciones de Telmex como para andarlas vendiendo a otro señor.

De repente me abstraigo y tardo en reaccionar. Permanecí quieto en medio de la banqueta pensando en Carlos Slim. Por alguna razón me resulta simpático. Hay que agradecerle que tenga los baños de Sanborns lo suficientemente limpios para poder mear en ellos cómodamente. Los precios abusivos y los deficientes servicios telefónicos que ofrece no le quitan el mérito de tener un surtido de revistas en la tienda de los Tecolotes que puedes leer sin que ningún empleado te moleste. Sobre estos últimos quiero apuntar algo, a los varones les hace utilizar un uniforme francamente ridículo (pantalón azul marino y saco ROJO), no obstante a las muchachas las trae con un trajecito muy mono que es como un fetiche para mí. Apenas puedo resistirme a esas faldas azules con su chalequito azul y blusa blanca. Ni hablar de las pantimedias color carne, los zapatos...

En esas estaba cuando escucho la voz de una mujer. Volteo, tiene sesenta años aproximadamente.

—¿Carlos?
—Sí.
—¡Hola! ¿Cómo has estado?
—Bien.
—¿Y tú papá?
—Bien.
—¿Está acá él también?
—No, el sigue allá, no tiene vacaciones. Yo sí, vine a pasar unos días.
—Supe que tu abuela ha estado malita.
—Sí, un poco, ahora se encuentra estable.
—Me da mucho gusto, ya ves que yo a tu familia la quiero mucho. Tantos años. Fíjate que yo te conocí cuando eras un bebé. Ya ni te has de acordar de mí.
—Sí me acuerdo señora, je.
—Te pareces mucho a tu papá. Los ojos son de tu mamá, el resto lo sacaste de tu papi. Él y mi hija eran cuates. Diario se juntaban en mi casa. Les hacía galletas.Les gustaban un montón. Pasaban horas juntos. Luego dejaron de verse cuando cambiaron a tu abuelo. Cuando puedas dile que Rosa está esperando una niña.
—Sí, yo le digo.
—Y dile que le mando muchos saludos. Lo quiero mucho.
—Claro.
—¿Cuándo vienes a visitarme? Hace tiempo que no vas.
—No sé, a ver si pronto me doy una escapada.
—Ya no te distraigo más, nos vemos después. Tengo que comprar algo.
—Que esté bien.
—Me saludas a tu mami y a tus tías.

Ni idea de quién era. Ya no fui a la tienda. De regreso a casa me puse a pensar en lo poco que he hablado con mi padre últimamente. No es que nos llevemos mal, simplemente el diálogo no fluye entre nosotros las pocas veces que nos vemos. Al contrario, le agradezco el ejemplo positivo que me ha dado. Ahí está para ilustrarlo, lo del amor por los animales. Desde pequeño me enseñó a ser considerado con ellos. Soy afortunado de no ser uno de esos escuincles que apedrean palomas o asesinan gatos. La forma en que tratas a los animales está íntimamente casada con la manera en que te relacionas con los humanos. Hay una frase de Gandhi al respecto que ya conocen de sobra.

Hubo un ocasión especialmente aleccionadora al respecto. Hace años, nuestros Schnauzers tuvieron la excelente idea de aparearse. Luego de varias semanas, la hembra dio a luz a cuatro crías. Desde el principio supimos que era complicado mantener a seis perros dentro de la casa (no somos de los que los dejan dormir afuera). Alimentarlos, darles espacio y limpiar sus desechos se vuelve una pesadilla sin importar cuánto los quieras. Mi padre luchó hasta el final para que lo hiciéramos, mas no se pudo. Teníamos que separarnos de dos. Yo en la escuela (era un niño aún) escuchaba casos de compañeros cuyos padres vendían cachorros cuando pasaban por una situación semejante. Ya en los supermercados había visto anuncios de venta de perros, y claro, en los centros comerciales miraba tiendas especializadas donde los vendían a precios altísimos. Debido a ello, una noche me acerqué a mi padre y le pregunté:

—¿Vamos a vender a los perritos?
—Cómo crees, los perros no son objetos, vamos a dárselos a quienes puedan cuidarlos y tratarlos con cariño.

Sin darse cuenta, y acaso sin pensar que yo pudiera comprenderlo, me dio la más grande lección de moral que he recibido hasta ahora. Y la gente que vende animales en la calle me sigue dando mucho, mucho asco.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Orale!, que gran leccion!

y en cuanto a las acciones de Telmex, yo tengo dos tíos que trabajaron ahí (¿o trabajan aun?) como sea, desde que entraron y hasta 10 años despues, pedían que sus aguinaldos y prestaciones de fin de año se las pagaran con acciones de Telmex, y hace poco tiempo, vendieron esas acciones, no tengo idea cuantas eran ni mucho menos el precio, lo que si sé que se compraron una casota! #EsReal

Gabby Neumann dijo...

Jajaja me divierte como vas hilando ideas en tus textos y como de acciones de Telmex terminó en animales.
Sin duda, sí algo hay que agradecerle a Slim es por la cadena de baños públicos más de grande de México.
Estoy completamente de acuerdo con lo de los animales. Por desgracia como sociedad estamos todavía bastante incivilizados y aún los ven algunos como mero objeto -compra y venta- de decoración o "pa' entretener al niño"

¡Saludos!

Bigmaud dijo...

Yobleh: Ya me imagino que tener acciones de Telmex debe ser una especie de bendición. Gran fortuna la de tus tíos.


Gabby: Los baños de Sanborns casi siempre están limpios, aunque yo solo me animo a hacer pipí. Me gusta el gatito de tu avatar.


Saludos.

Pixie dijo...

Ya no te quiero a tí, ahora quiero a tu papá. ;D

jeje, saludos!!

Bigmaud dijo...

Otra que se me va...