jueves, 30 de septiembre de 2010

Elinéa


Acomplejada por su extrema delgadez, la línea decidió comer puntos para engordar. Como entrada optaba por un punto y aparte, de plato fuerte se servía dos puntos; eso sin contar los días en los que más tenía hambre en los que terminaba por zamparse cuatro órdenes de puntos suspensivos. Tragaba y tragaba. Todos los días. Lo que ella no sabía, es que no sólo no engordaba, sino que también crecía, haciendo de su flacura algo tan evidente como su gula.