martes, 31 de agosto de 2010

Un extraterrestre se robó a mi canario

Debe haber alguna comisión encargada de entregar a los maestros un manual para fastidiar al alumno lo suficientemente extenso para que cada uno desarrolle estrategias diferentes al resto. Desde los seis años (edad en la que comencé a asistir a una escuela) me he topado con diferentes profesores. Algunos buenos, algunos mediocres (la mayoría) y otros malos. Ninguno de ellos se ha salvado. Incluso los mejores tenía alguna actitud, un gesto, algo que los hacía repelentes. No soy de esos que agregan a sus maestros a FB. Soy educado con ellos y suelo mantener el respeto. Pocos como yo se despiden personalmente de los maestros al finalizar la clase. Tengo la costumbre de hacerlo. Nunca les he hecho bromas pesadas (entiéndase colocar una tachuela en su asiento y maldades estúpidas similares).

Ya casi estoy recuperado de la gripe que tuve. Todavía hoy tuve un poco de tos. Sin importar tomé un baño temprano. Al final perdí demasiado tiempo y llegué unos minutos tarde a clase. Eran las 8:13 am. El maestro ya no me dejó pasar. Desconozco en qué afecta que un alumno entre a clase aunque sea con falta. Arriesgué mi integridad física al tomar una ducha a esas horas, no sirvió de nada. No tenía otra clase hasta las diez. Cosas como esa te hacen pensar en el hubiera. Me hubiera quedado en casa a dormir un poco más. Tal vez tomar un té, ver las noticias. Loquesea.

Fui a la biblioteca, un lugar más acogedor que la cafetería. No tenía ganas de leer. Había dormido cuatro horas, sólo quería reposar en uno de los cómodos sillones que tienen ahí. Vi que en uno de ellos había un celular. Hace unas semanas me había encontrado uno tirado afuera de una casa. Malas experiencias del pasado sumadas a la flojera y prisa hicieron que se lo diera a una vecina que estaba barriendo la banqueta. Le dije que quizás era de alguien de por ahí, sugirió que se lo diera y lo hice. No estaba para una nueva proeza investigativa. Quién sabe si la señora haya sido lo suficientemente honesta para regresarlo.

En la biblioteca nomás estaba yo. Y el celular, claro. A diferencia del otro, este era un buen modelo. Con tan sólo verlo lo valúe en unos tres mil pesos. Por un momento pensé en entregárselo a la tipa del mostrador pero no confié en ella. Es nueva, llegó a la mitad del semestre anterior. Antes estaba una gordita que me caía muy bien, nunca supe porque la quitaron. Supongo que no es importante. Al dejarlo ahí corría el riesgo de que no se lo entregaran, me hubiera sentido mal porque no era un celular cualquiera, era uno de esos con touchscreen. Mucho mejor que el que compré hace unos días.

Además era obvio que sería de una compañera de la universidad. No me costaría mucho encontrarla. Busqué en la carpeta de imágenes para tener alguna pista sobre la dueña. Era indudable que la chica que protagonizaba la mayoría de ellas era a quien buscaba. Revisé un par de SMS para ver si encontraba su nombre. Se llamaba Cynthia. Cuando se lo conté a una de las estudiantes con las que tomo clase me acusó de ser un chismoso. Gente rara. Ni siquiera me interesaba Cynthia, lo único que quería era hacer todo lo posible para regresar el teléfono a sus manos.

Apagué el nokia; no quería que sonara. Hubiera sido incómodo contestar una llamada a, digamos, su padre y explicarle la situación.

La estuve buscando. Alguna vez la había visto por los pasillos. Pregunté a algunas personas respecto a su paradero. Nadie la había visto. Ya eran las diez, entré a clase. Dos horas después, antes de pasar a otro salón, volví a buscarla. Nada. Le dije al que atiende en la cafetería que si la veía le dijera que yo lo tenía. Invertí una hora más preguntando por ella e inspeccionando salones hasta que tuve que entrar a tomar las dos últimas clases. Ya me estaba hartando, pensé en marcar a un número de la agenda. El de su tía. Pero no sé, supongo que con la situación del país, le asustaría recibir una llamada del celular de su sobrina contestada por un hombre. Luego vendría la explicación, pero esos dos segundos de miedo nadie se los quitaría.

Decidí que si no la encontraba a la salida probaría de nuevo la opción de buscarla en Facebook cuando llegara a casa. No lo tuve que hacer porque finalmente la encontré en la cafetería. Le pregunté si había perdido un celular, me dijo que sí y entonces se lo entregué. También le dije que ojalá no me estuviera estafando para quedarse con el celular de alguien más, y me dijo que no.

Como les conté alguna vez no hago este tipo de entregas esperando una recompensa. Simplemente se trata de regresarle a alguien lo que pertenece. Cuando pierda algo espero que quien lo encuentre tenga esa misma mentalidad. Lo molesto es cuando, en vez de llevarte un buen sabor de boca terminas llevándote un disgusto. Así me pasó con la chica del tec y ahora con la entrega de este celular. ¡La mujercita empezó a reclamarme por no haber entregado su celular a la encargada de la biblioteca!

Yo, que había perdido minutos valiosos para asegurarme de regresarlo a sus manos (sin recurrir a intermediarios de dudosa integridad) estaba siendo cuestionado sobre mi proceder. Al final soltó un discreto gracias, como si ella me estuviera haciendo el favor.

De nuevo empecé a toser. El día estaba soleado, todos platicaban con alguien y yo me sentía pésimo.

11 comentarios:

Nielssen dijo...

Ella estaba agitada físicamente y no se puso en tu lugar. Es efecto de la sociedad actual.

Además, ella estaba ensimismada en su egoísmo.

Pixie dijo...

Awww Big, que mala suerte. Bueno que quede en ti que hiciste bien, aunque siendo honestos, también creo que hiciste demasiado, bastaba realizar una llamada o un mensaje al último número registrado y decir que tenías el celular y que se vieran en alguna parte para dárselo.

De todas formas, pienso que tienes un rasgo de nobleza que muy poca gente conserva, ojalá alguien como tú hubiera encontrado mis celulares pasados... aunque si perdiera este me daría pena que leyeran los mensajes... demasiada información [you know what I mean]

Jeje, me alegra que estés mejor, un beso!!

guido dijo...

la verdad, cuando hacemos algo por conviccion, no deberia jodernos la respuesta del quien ayudamos... es solo por que se nos dio la gana hacerlo... no es bueno esperar algo, es mejor esperar nada...de nadie (se hace mas facil la vida)

bacano tu blog... un abrazo!!!

CaptainHotcake dijo...

Nunca he perdido nada así, pero si lo hiciera me agradaría mucho que alguien como tú lo encontrara.

Y sí, es cansino, uno no hace esas cosas para que lo carguen en hombros y suenen las fanfarrias gloriosas... Pero "Ahhh, cómo jode" cuando nuestra calidad depersona con ética es abofeteada.

H dijo...

CHE VIEJA...

COMO DICEN EN MI RANCHO:
LIMOSNERA Y CON GARROTE.

agosto dijo...

lo he hecho. me han pasado casos similares.

eso sí, yo no le dedico tiempo a la entrega y búsqueda. tal vez si tuvera el tiempo.

y sí, también me he topado con casos de gente malagradecida.

aun así, seguiré haciendolo. me caga esa idea de "lo que haces se te regresa". creo que es una idiotez falaz. si lo devuelvo no es porque espere que así me suceda como recompensa en el futuro.. lo hago porque así debe ser.

me alegra saber de más gente así. chido.

Xavier dijo...

Le hubieras preparado una especie de búsqueda de tesoro o algo así para que lo recuperara. Pero alomejor no tienes tiempo. O no estaba tan guapa. Y aparte le pueden hablar a la policía o algo. Qué bueno que mejor se lo regresaste y ya.

Mechicabota dijo...

Gente chota...

Lalo No Existe dijo...

Muy buena historia. Hasta parece real =) Me gustó el final

Aby dijo...

QUE MALA ONDA DE La Cintya todavía que le hiciste el favor.

Annie Van Halen dijo...

Jajajaja, amo como siempre te encuentras cosas. BTW, el final de este post está excelente.