Central camionera, intermediario horrible e inevitable. Estoy ahí, porque acabo de entrar. Llevo una maleta que sólo trae mi computadora. Es lo único que de verdad necesito. Dentro de ella está parte de mí. Me dirijo a la sala de espera. Noto que hay poca gente, hoy en día las personas tienen miedo de salir. Es preferible quedarse en casa hasta que todo transcurra. Sin que nadie nos avise. Menos a mí.
Antes de llegar me detiene una muchacha. Me pregunta que si voy para Torreón. Ojos verdes inherentes a su belleza. Su cuestionamiento me extraña sobretodo porque jamás la había visto en mi vida. Inspira confianza por su sonrisa con dientes. Deja pocas ganas de mirar a otro lado. Está sola; tiene un montaña empacada en la espalda. Evado la respuesta y le pregunto la hora. Ojalá no se dé cuenta de mi reloj. Dos y media. Sigo sin responder. Ella se adelanta. Sin prisa me cuenta que vino a pasar unos días con un amigo a la ciudad. Por un curso, la única atracción turística de este lugar. Compraron los boletos de regreso hace días. Y justo hoy, su amigo tomó la decisión de expandir las lecciones (esta vez de manera personal) con la maestra cubana de cariñosos modos. Paulina (ya me dijo su nombre) está en busca de alguien que compre el boleto que originalmente pertenecía al ahora amante de la caribeña. Boleto a Torreón con asiento reservado a su lado. Estás de suerte, le digo. Justo voy para allá.
Sin que se dé cuenta tiro el boleto que me sobra.
Antes de llegar me detiene una muchacha. Me pregunta que si voy para Torreón. Ojos verdes inherentes a su belleza. Su cuestionamiento me extraña sobretodo porque jamás la había visto en mi vida. Inspira confianza por su sonrisa con dientes. Deja pocas ganas de mirar a otro lado. Está sola; tiene un montaña empacada en la espalda. Evado la respuesta y le pregunto la hora. Ojalá no se dé cuenta de mi reloj. Dos y media. Sigo sin responder. Ella se adelanta. Sin prisa me cuenta que vino a pasar unos días con un amigo a la ciudad. Por un curso, la única atracción turística de este lugar. Compraron los boletos de regreso hace días. Y justo hoy, su amigo tomó la decisión de expandir las lecciones (esta vez de manera personal) con la maestra cubana de cariñosos modos. Paulina (ya me dijo su nombre) está en busca de alguien que compre el boleto que originalmente pertenecía al ahora amante de la caribeña. Boleto a Torreón con asiento reservado a su lado. Estás de suerte, le digo. Justo voy para allá.
Sin que se dé cuenta tiro el boleto que me sobra.
6 comentarios:
Que mal negocio.
Hay formas más baratas para conocer mujeres. XD
Las mujeres cada día refinan más sus métodos de estafa.
y k mas pasooo???
jajaja que fácil eres!!!!!!
i like it :P
Alchemist: No sé.
Pixie: Soy todo menos fácil, eh.
jajaja qee imaginativoo, por lo ergular las mejores historias y las unas q escriben son de mujeres...me pregunto porqee. jajaja saludoz!
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