Un día, si eres afortunado, te toparás con una persona especial que te haga recobrar la confianza. Una que te hará saber que tu juicio sobre quienes has conocido no sea tal vez tan severo como pensabas en esas noches donde te decías: bueno, no debería ser así, quizás esté siento injusto, soy demasiado exigente, nadie será nunca como yo quiero. Cuando la conozcas, sabrás que en efecto, hay gente tonta y vacía, que no es solo una impresión tuya, sino que así es. Al menos para tus principios. Y recuperarás la fe y dirás: vaya que es posible la decencia. Que podrás sí, haber sido exigente, pero que nunca renunciaste a encontrar lo que deseabas, que nunca te conformaste con lo que había, que mantuviste hasta el final una idea fija en tu cabeza. Una imagen clara que varias veces pensaste no llegaría. Y de repente, probablemente desprevenido, caigas en cuenta de que ahí está. Que siempre estuvo en un rincón del mundo. El que no haya sido inmediato le agregará emoción. Cada uno de los días perdidos y sufridos será un valor agregado al encuentro esperado. Nadie te podrá quitar eso, el alivio de una persona dándote la razón; una razón que lleva mucho consigo. Sabrás que si hay alguien, puede haber otros. Seres por los que vale la pena esperar y salir de la cama cada mañana. Lo único que tendrás que averiguar es si cumples el mismo papel para ese alguien más.
2 comentarios:
Y sobretodo, y antes de averiguar si cumples el mismo papel para esa persona, es importante darse cuenta a tiempo.
Una palabra bigmaud: gracias.
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