martes, 23 de noviembre de 2010

Oportunidad del camión


Es raro que use el transporte público. En los pocos casos en los que el chofer no me puede llevar en la limusina opto por caminar. La mayoría de los lugares que frecuento quedan cerca, así que no hay motivo para abordar taxis, autobuses ni similares. Cuando pasa no tengo gran problema. Siempre y cuando tenga un lugar donde sentarme es algo que pasa de largo. Hoy por ejemplo tomé un camión. As usual, revisé que las monedas que traía juntaran lo necesario para pagar. Lo comprobé seis veces, me la paso pensando que una moneda pudo caerse por el pantalón y no quiero entorpecer la fila. Hacía mucho sol y aguardé en la parada con ansias. Me extrañó que nadie de los que estaban esperando se sentara en la banquita disponible. Eran seis personas que preferían estar de pie. Cuando tomé asiento me di cuenta por qué, ahí abajo el sol daba directo a los ojos. Pensé pararme. No lo hice por orgullo, aguante ahí para que nadie pensara que era un imbécil que se arrepentía a las primeras de cambio. Casi quince minutos para que el que necesitaba abordar se dignara a aparecer.

El pequeño grupo se amontonó para poder entrar. Nadie está dispuesto a perder veinte segundos más. Hay que llegar rápido a casa para ver la novela. Quedo en último, no me apetece mostrarme como un desesperado. Delante de mí va un tipo con una rastas a las que les falta poco para llegar al suelo. Me da asco, me cae mal y huele idem. Di un paso atrás para evitar que en un movimiento brusco terminara por impactar con su cabellera. Ya dentro, tomo asiento a lado de una muchacha a la que le debo llevar uno o dos años. Antes de hacerlo había notado que me miraba, incluso desde que estábamos en la parada. Cuando le regreso el gesto voltea a otro lado rápidamente. Segundos después se repite la operación. Razón suficiente como para que miles de teorías atraviesen por ahí. De hecho por eso me senté a lado suyo, teniendo la opción de acompañar a un señor o de acaparar uno de los asientos vacíos hasta atrás.

Avanzaba el camión y mientras leía un número original de Los Agachados de Rius que había comprado en diez pesosm percibí que ella me había volteado a ver un par de veces más. Me llevé las manos a la cara: uno nunca sabe, puedes traer un ramita pegada que te haga lucir ridículo sin darte cuenta. Nada, mi rostro estaba como siempre, lo cual no era tampoco una noticia digna de celebrarse. Yo la había visto también. Blanca, cabello castaño claro, menudita, de mirada triste, con las mangas del suéter tapándole la mano. Resultaba simpática. Faltaba mucho camino, el conductor iba a ritmo lento y por tanto me dieron ganas de platicar con ella. Unas ganas inmensas. Pensé en varios planes. Desde soltar un simple "Hola" hasta escribirle en una hoja el siguiente mensaje:

Estoy aburridísimo, ¿quieres platicar conmigo? Piénsalo bien, no me obligues a intentarlo con la señora de aquí a lado.

No lo hice. Hace un año probablemente me hubiera animado. Platicaría sobre cualquier tema y sería gracioso. Y le preguntaría por su música favorita, y luego sabría su nombre. Ahora no, minutos después dejé el camión, pensando en la oportunidad perdida; en lo que pudo pasar en otro tiempo; que quizás ese sería el punto de partida para algo más grande, algo que cambiara por completo el rumbo de las cosas.

Ah, la negatividad, esa que me recuerda que han dicho que tengo la cara de psicópata; esa que me dice que la hubiera asustado; esa que me dice que me hubiera dicho que no; que lo más seguro era que esas miradas se trataran de una casualidad.

Lo más seguro.

12 comentarios:

ladandy dijo...

Le hubieras pasado el papelito. Si llevaba mangas largas y era de mirada triste, seguro te hubiera seguido el juego. Creo yo. Pero para qué me engaño, si fuera hombre, probablemente hubiera hecho lo mismo que tú.

KrizalidX1 dijo...

la vida apesta

Pixie dijo...

Para colmo de mis males he sido víctima, digo, objetivo de muchas pláticas con desconocidos en el transporte público, y para mi cada una es igual de horrible, sobre todo porque la mayoría son tipos poco agraciados que me inspiran desconfianza y por ello entro en pánico.

Pero igual, tu te ves decente en foto, quiero pensar que en persona eres igual de bonito y por eso las chicas te miran [grrr!!!] aprovéchalo y hazle el día a una nenorra.

Saluditos!!!

Yomism@ dijo...

"El miedo justo a tiempo"
No soy quien para decirte que le hubieras hablado cuando a mi tambien me ha pasado.
Marrrdita negatividad

Anónimo dijo...

Pero si eso no es raro en ti,LOL no te creas es broma.Què mal le hubieras hablado ¿que tal era el amor de tu vida? ja! pero eso nunca lo sabras.Tù muy mal.Saludos amigo (=

Fe d e rico Zarathustra dijo...

L S D

Yomism@ dijo...

Por cierto, hola Jopageri

_maume_ dijo...

Existen unos cuentos de Murakami (The Elephant Vanishes) donde uno de ellos habla precisamente de ese tipo de situaciones.
"Le hablo, no le hablo.. que hubiera pasado..."

Se llama "La chica perfecta"

Saludos

Mechicabota dijo...

No, pero no pierdas las esperanzas! Una de mis amigas, de hecho, conoció a un muchacho de esa manera. Un día sólo se miraron, otro día se sonrieron, otro día etcétera.
Se cruzaron en más de una ocasión, y resultó terminar en algo bonito.

PD: ¿"Jopageri"? ¿Es acaso un ex-nowherelandiano?

Bigmaud dijo...

Dandy: Lo de las mangas largas me confundió, no sé cómo tratar con ese tipo de personas (y con ninguna).

Krizalidx1: Soy incapaz de contradecirte.

Pixie: Sí, viéndolo fríamente creo que hice lo correcto.

Yomism@: Hola, te conozco de algún otro lado? Revela tu identidad secreta.

Anónima: Ya me ha pasado antes, con personas todavía más valiosas, amiga. Qué le voy a hacer.

Mundomundano: Ucy in the Ky With Iamonds.

Maume: Tengo ganas de leer algo de Murakami, me quedé con ganas de más luego de "After Dark", a ver si luego me topo con ese cuento.

Mechi: Yo no tendré esa oportunidad, casi nunca abordo el autobús, y menos ese, en fin. Espero superarlo con años de terapia.

PD: Quizás

Louceinthesky dijo...

Ya vengo con mis cursilerías a apestar tu entrada. Como siempre he pensado, si la supuesta chica de las 'mangas largas' llegara a ser el 'el amor de tu vida' entonces te la vas a encontrar de nuevo, y así, vez tras vez hasta que sean novios y quedes completamente hastiado, después te arrepentirás de haberle hablado o escrito, terminará la historia con un matrimonio, un par de hijos y con un 'felices para siempre', cuestiones que a todas las personas nos parecen suficientes y el fin último de nuestras vidas (ok, ya no me siento yo, así que me excluyo de ese grupo).

Ya en serio, creo que es mejor no hacerse ilusiones porque, para nuestra fortuna o ruina, la vida siempre hace lo que quiere con nosotros y nos da lo que menos imaginábamos, pero eso sí, está en nuestras manos decidir si queremos algo o no, así que te dejo justo como al inicio, con la duda.

Por cierto, buena entrada, me has hecho escribir.

Ah, y otro por cierto, que bueno que no le hablaste, seguramente la chica te hubiera dado miedo después, junto con una buena dosis de psicosis. (O quizás solo tenía frío y sueño jajaja).

;)

Bigmaud dijo...

Pues te cuento que pensándolo bien, y una vez pasado el tiempo, debo decir que ni estaba tan bonita. Dudo encontrarla de nuevo, pero si pasa, pasaré de ella otra vez, ahora sin remordimiento.

Qué bien que te haya hecho escribir, espero luego pases un link para leerte, saludos.