Iba a salir de la ciudad por un mes. Eran vacaciones y uno no puede quedarse en casa así como así. Sería traicionar los principios vacacionales. Debes salir por lo menos un día o dos. Quedarse en casa es grandioso, sí. Es lo que me gusta. Guardo, no obstante, un respeto enérgico por las tradiciones y fui educado para hacer uso de las vacaciones en otros lugares del planeta.
Lógico no iba a ir lejos. Tocaba ir a un pueblito de nombre impronunciable que quedaba a cien kilómetros. Llevé algo de música. Estaba seguro que sería el primero en escuchar a The Wedding Present en esos lares, lo cual se sentía bien. Dentro de las tradiciones se pueden romper algunas otras.
Cuando le dije que me iba no le cayó bien.
-No puedes dejarme sola todas las vacaciones. ¿Qué voy a hacer yo aquí?
Los animales y las chicas comparten algo: Les disgusta estar solas. Yo podría estarlo sin ningún problema. Lo he estado la mayor parte de mi vida y lo disfruto. Tiene más ventajas que desventajas. El hombre promedio sólo necesita de compañía por una o dos horas cada tres días. El resto del tiempo se puede estar perfectamente sin nadie alrededor. La compañía entorpece al hombre pensante.
-Sólo es un mes - le dije-. Puedes pasar estos días con tu familia, que buena falta te hace.
-Estás loco, yo quiero salir, ir a las tiendas, tomar algo, no quiero quedarme en casa preparando galletas y viendo novelas. Además me vas a olvidar.
-Claro que no, estaré con mi abuela, algunos tíos y primos. Es imposible no acordarme de ti teniendo una compañía semejante.
-Además ahí vive...¿cómo se llama?... María.
-Se llama Mariana.
Es obvio que ella se sabe su nombre a la perfección, desde que la mencioné para romper un silencio incómodo no para de mencionarla cada que surge un problema o discusión. Supongo que "olvida" su nombre para minimizarla, para hacerme creer que es alguien sin importancia.
-Es una vieja amiga, es todo -agregué-. Lo que menos tienes que hacer ahora es preocuparte, que es navidad, joé. Ponte una bufanda y sal a tomar un poco de aire.
-¿Vieja amiga? Sigues viéndola por Facebook, he visto cómo le dejas mensajes. Le escribes correos electrónicos. Una vez hasta hablaste por teléfono con ella. Tienes un gusto horrible, mira que andar con alguien tan corriente... encima ve el suéter que traes; debería darte vergüenza andar vestido como anciano.
Estábamos en mi habitación. Tenía un desorden impresionante, cosa que no me preocupaba. La relación se encontraba en la etapa en la que ya disculpábamos nuestros defectos. Cuestión de adaptación. Alrededor habían cajas de pizzas, latas de refrescos y fauna variada en la que destacaban revistas de hace ocho años, fotografías, balones, globos y una naranja. También había un bat de béisbol. El cual tomó. Y con el cual comenzó a golpearme sin miramientos.
-A VER SI ASÍ TE ACUERDAS DE MÍ, ANIMAL.
Sin piedad atacó mi cabeza, mis piernas y en especial mi abultado abdomen. Fue tan veloz que no tuve tiempo de reaccionar. Caí al suelo, Por cada batazo recitaba una serie de insultos que hacían que mi interior también quedara herido.
Estaba a punto de colapsar cuando cesó. Hice un espacio entre los brazos con los que me protegía para verla ahí arriba, sonriendo. Antes de irse me tiró una patada. Escuché cómo azotaba la puerta.
En efecto, no la olvidé. Durante todas las vacaciones estuve acordándome de ella con dolor. Cada moretón traía los recuerdos de un amor imposible de extinguir.
Cuando la volví a ver, le di un abrazo con la brevedad que el dolor corporal seguía exigiendo. Aún nos queríamos. Salimos a comer, rato que aproveché para contarle del mes que pasé confinado en una habitación sin apenas poder moverme. Fue una feliz navidad.
3 comentarios:
Buena idea...
Alentaste mi espíritu chingativo. Voy a moler a palos al siguiente que se le ocurra dejarme. O no.
O hago como que yo también me voy. ¿Felices? todos.
Pixie: Sugiero que uses una esponja en lugar del bat.
C.: Calma, siempre será preferible un insulto que dañe su autoestima para siempre.
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